La fragmentación de la identidad, es muy importante, ya que gracias a esta el individuo puede conocerse así mismo desde distintas perspectivas. Sin embargo, el problema es que olvidará quién es, quien fue y no pensará en el quien será. Será el mismo individuo, con mil nombres, mirándose desde uno para comprender a otro y será otro envidiando las capacidades de un tercero y aquel tercero, contemplará la belleza de un cuarto y tratará de pintar la belleza del cuarto en el quinto, quien se niega rotundamente.

Este es el individuo más confuso, pero me agrada.

Cada nombre reclamará su propio espacio y entre más fuerte sea, podrá adueñarse mejor de la conciencia del individuo. Hasta que sea el único y los otros novecientos noventa y nueve restantes ya no importen.

La única solución del individuo, para protegerse así mismo… es que estando en plena consciencia de quién es, decida olvidar totalmente lo básico —Quien fue—. De esa manera, los mil nombres o las mil perspectivas que ha creado, se volverán difusas. Se harán ciegas y no se verán, porque estarán desesperadas por conocer quienes son en sí. Las mantendrás ocupadas.

Siempre hay un pero… ¿no es así?

Sin embargo, quedan consciencias o nombres, que en el fondo conservan su fortaleza (sus recuerdos, los más profundos, los que marcaron una diferencia en cada uno de los nombres) y el individuo, sin querer, se verá inundado por ellas. Los nombres se reducirán a quinientos —los que sobrevivieron la ceguera—, y obligarán al individuo a caminar. La fragmentación, que fue el primer error desde siempre, seguirá estando presente.

No entiendo, ¿qué me quieres decir?

Para unir las quinientas perspectivas restantes, el individuo debe observarlas muy bien. Las tiene que perseguir en silencio y cuando note similitudes entre una y otra, nada más necesitará unirlas. Es así, como quinientas, se transforman en doscientas y doscientas en cien. Para ello, el individuo debe tener plena consciencia de sí mismo, ya que si alguna de sus identidades se adueña de él, bien puede estar engañándose así mismo y en vez de unir, sigue separando.

Ajá…

Aunque existe un evento de caos, que es el concepto que los humanos cuyo nombre es “el tiempo”. El tiempo es, un factor externo que obliga al individuo en sí, a cambiar constantemente. Las inquietudes, las metas y los vacíos, se vuelven distintos y manchan la pureza de la consciencia. Tan importante como “El tiempo”, existe “el espacio”. El espacio también definirá la fragmentación del individuo y su consecuente unión. No es lo mismo tratar de unir las fragmentaciones restantes en una playa que en una penitenciaría.

Me duele la cabeza…

El método de la fragmentación…

ya cállate, ya cállate por favor.