Ayer platicaba con una amiga, entre café y cigarrillos. Me la encontré en la cafetería, charlando con dos profesores y otra amiga en común. Uno de los profesores era Collin White, como impone su presencia… me gusta observarlo, sus ademanes, como se expresa, como habla el español con un ligero acento inglés que no puede, ni debe, abandonar. Por lo regular, me quedo callado cuándo está él porque me intimida… pero eso no quiere decir que me rinda, de alguna manera busco puntos en común, algo que él (viejo sabelotodo) y yo (joven que se cree sabelotodo) podamos entender. Ese punto lo encontramos en la comida: antes uno iba a la panadería para surtirse toda la semana, ahora… el pan se echa a perder en dos días. También hablamos de Pemex, me preguntó en que se especializaba mi novia y le comenté. Jo… figúrense, hablando de mi novia con Collin, ¿quién diría?

Eventualmente, todos se fueron y quedamos Ariadna y yo.

Ariadna me aconsejó que debiera entrar a concursos, formar un curriculum, buscar donde publicar artículos. En si, me recomendó que si me creía escritor, debería empezar a serlo. Y no me sonó mal la idea… buscar menciones honoríficas, premios. Aplicar para becas como la del FONCA (jóvenes creadores). Tal vez podría hacerlo, me puse a divagar… tal vez si hay un escritor encerrado detrás de estas manos. Por lo que he aprendido, no sólo la creatividad es suficiente, también se necesita n buen oído, mucho vocabulario, un amor infinito al lenguaje. Y de ahí, tú nombre tiene que ser conocido por varios, por muchos. Son los lectores los que harán al escritor, escritor. Y son los escritores, quienes prestarán sus lectores a aquel que apenas comienza.

No lo sé.

A veces me convenzo de que todo lo que quiero es una vida sencilla, juntar para un departamento, que toda pieza vaya cayendo poco a poco en su lugar. Y la que no, tan sólo mirar que pieza falta en el rompecabezas y acomodarla, sin prisas, sin pasiones. Pero también, está la otra cara de la moneda, aquella que surge del deseo: Una vida grande, que la gente sepa mi nombre, que mi opinión se convierta una base del criterio, mi nombre en un libro cada año, cada seis meses… ser alguien grande, ser el escritor que se esconde detrás de mis manos.