Continúas mandando mensajes, hablando por el messenger, insistes en contarme una historia repetida y yo, sencillamente, observo. Mi yo interno se dice que te la debe, por haber dicho una cosa que le pegaría a tu feminismo y te haría, pues, encabronarte. En ese momento, seguramente, no lo dije como una creencia personal, sino como diversión. Quería ver como te enojabas o como te defendías, o como defendías tu género y tu creencia… ¿Y hoy? Estoy pagando por ese momento de diversión, supongo, y por más que quiero cerrar esa ventana de conversación, bloquearte durante diez minutos, permito que cuentes esa historia vieja, ese ritornerate de cassette. Casi puedo escucharte en voz alta y te imagino, con los ojos cerrados y sonriendo reconfortada, al escucharte a ti misma, al escuchar el sonido de tu voz platicando la historia vieja que, en días como estos, después de un orgasmo solitario (tal vez), te hacen sentir mejor.

¿Y yo? No sé. Yo soy Bob, supongo. Yo soy el cacto que escucha, esta vez, una serie de frases que esconden tristeza y desahogo, sin consciencia de tal. Me platica porque, inevitablemente, es. Si le entristece o le agrada, no es de mí. Resignación a [la misma vida].

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Ayer, en la noche, cené con mi hermano y con mi tía Imperio. Él ya trajo todo su arsenal para regresar a la Ciudad de México. Algo de Playstation II, algo de cientos de emuladores y ROMs quemados, algo de su música… he olvidado el gusto musical de mi hermano. Ahora que pienso, desconozco muchas cosas de él… después de tres años viviendo en Colima. Casi no platicaba con él por MSN, sea porque estaba trabajando, leyendo o estresado en ese momento. Ya tendré tiempo para recuperar todo eso. Aunque a veces reniegue de mi familia, creo que uno de los lazos fraternales más estrechos, más poderosos… un lazo fraternal que me regresa a la realidad, es el de él. Yo puedo escribir muchas cosas aquí, puedo gritar muchas tantas, puedo burlarme / ignorar / someterme a tanta gente quiera, con mi consentimiento previo, anotando en mi cerebro que puedo romperlo en cualquier momento [abandono] y dejaremos que el sentimiento se lidie después. Puedo pretender y puedo ser. Y cuando es él, entonces descubro ese lazo de sangre, ese lazo que no puede romperse, ese lazo que me hará preocuparme de él como el hermano mayor. Puedo abandonarlo todo, menos a él.

¿Y él? Supongo que debe sentir lo mismo (espero que sea así, aunque escribí supongo [abandono]. Mi tía me ha dicho cuánto me admira y cuánto he influido en su persona. Y si, lo he notado por sus actitudes algunas veces. Por como me contó que manejó algunas situaciones de su vida colegial, de su vida vecinal, de su vida familiar, en el MSN. No es un mini-yo, no tanto así, porque en algún momento él se formó un camino que me es incomprensible. Es como ver un espejo un día y ver una ventana el otro.

Mi tía se casará, se le ve contenta, se le ve tranquila (si, debe estar muriéndose de nervios, pero hey… yo sé lo que digo).

Son las siete de la mañana. Acabé una edición de un scouting que se hizo en Guadalajara y Monterrey hace dos horas. La acabé porque hoy viene Sol María a conocer a mi tía y a mi hermano. No fue idea de ella, fue idea mía. Como mi tía se va para Texas, no sé cuando la volveré a ver. Trabajé para no tener ninguna interrupción el domingo. También ya estoy sano… hace unos días me dio un severo ataque de colitis nerviosa (el más duro que me ha pegado… ya me había dado antes, pero con una noche de sueño y con una dieta, más o menos balanceada, no duraba más de día y medio). Durante dos días (y un poco más) sentí como me punzaban los intestinos y no fue agradable. Veinte varos la consulta en el Dr. Simi y ciento veinte varos de medicina en la farmacia de… adivinaron, el Dr. Simi. No tuve varo, ni tiempo y fue la primera opción que me encontré como placebo para poder seguir trabajando en los cuatro proyectos que estaban pendientes.

Ahora que lo aterrizo, el Dr. Simi es el HSBC (el nuevo nombre de Bital) de la medicina. Hay en cada esquina.

Mi hermano estudiará en el CUM. ¿Qué tiene eso de especial? … Azcárraga Jean (foto en los anuarios), Porfirio Muñoz Ledo (foto en los anuarios), los hijos de Castillo Peraza, los hijos de Cárdenas, Alberto Mayagoitia (dicen), José Fors (dicen), No sé quienes del grupo Molotov (dicen), Salvador Leal, Bef (me identifiqué con ese post)… etcétera, etcétera. No sé que especie de sucesos suceden allá adentro, que los que estudiamos en colegios maristas (especialmente el CUM [Centro Único de Maricones, decían, en mis tiempos {TropiCUM, en los tiempos de Chava Leal}]) nos reconocemos. Además de los apodos usuales, de los mismos profesores, de la tortura psicológica y física en la enseñanza… hay algo más. Tal vez sea lo que propone Bef, que aumenta un buen la probabilidad de que tu destrozo aparezca en algún periódico.

No sé que le prepara a mi hermano en esa nueva generación. Por el momento, ya le dije que se encontrará a muchas chicas guapas por ahí. Él sólo se animó a preguntarme si habría un montón de gays, como [se decía que] había en mis tiempos. Yo me encogí de hombros.

–Estoy midiendo las oportunidades.

Asentí. ¿Dónde quedó el deseo por la excelencia académica…? Sólo espero que lo aproveche, ahora que sus tíos están dispuestos a pagarlo.

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Alejandro Aldape, quien fue el director de la prepa cuando yo estudiaba hace unos años (desconozco si lo siga siendo), me encontró paseando afuera de ella. Me miró e hizo una señal a medias de reconocimiento.

–¿Qué haces por aquí?

–Es que yo estudié aquí hace unos años… y bueno, sólo paseaba. Ya dejé de ser del CUM hace tiempo.

–¿En serio ya dejaste de pertenecer al CUM?

–Si, ya… afortunadamente –recuerdo que dije afortunadamente, por el nivel académico tan alto que tenía.

Si tienes el varo, cuando te entrevistan cuándo pides beca en alguna universidad de paga (Ibero, TEC, ITAM), cuando ven certificado CUM, te agregan uno o dos puntos en el promedio y se pelean porque entres… no es choro, en esa preparatoria como se goza, también se sufre.

Y nos despedimos, él se fue caminando, con una sonrisa, una sonrisa que yo siempre miré como siniestra, de alguien a quien debía vencer, a quien debía demostrarle quien era y de cuánto era capaz. Después de todo, yo me sentí como un invasor en la ideología marista, al entrar en la preparatoria y no pertenecer a su secundaria, ni a su primaria. Pero salí empapado de ella, que ni qué.

Miré como Aldape se fue por su lado, lo miré caminar como aquel duende que suele jugar con la turbina de un avión en curso. Me sentí un poco intranquilo, esperando que no tuviera que tragarme mis palabras en unos años.

Aldape tenía razón y ahora que me lo encuentre por ahí, admitiré mi derrota.

No he dejado de serlo.