De tres días a hoy, hoy es el primer día que se queda para saludarle. Sencillamente no lo soporta.

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Escribir, completar, pulir, trabajar, refritear una novela… en todo eso se ha convertido el concurso del próximo 20 de Octubre. Actualmente ando trabajando con uno de mis textos anteriores, no escribí algo nuevo por falta de tiempo y de ideas (no he sido muy ocurrente estos últimos días. Adaptation). Lo reviso, lo releo, me transporto a los días en que lo escribí, le pregunto a la gente si realmente le gusta, si no lo confundirán con un libro de superación personal, si de veras puede ser masticado como material de concurso. Estoy inseguro de ello porque, en parte, soy muy exigente conmigo y por otra, sé que lo escribí en una etapa experimental (aunque yo tiendo a pensar que lo mío son puros experimentos). Así que lo estoy trabajando con esta visión en mente–: Preséntalo, nada pierdes si no ganas, ganas mucho si no pierdes y mientras presentas la novela a cuantos concursos puedas, quieras, tengas tiempo… ya escribirás otra cosa.

Ya escribiré otra cosa, algo que de veras me deje satisfecho… ¿pero no todos los escritores hacen eso? ¿Tratar de escribir algo que de veras les deje satisfecho? En verdad no lo sé, yo apenas lo estoy intentando.

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En mis veintitrés años he escrito tres novelas, veintitantos cuentos, dos novelas cortas o cuentototes, cero poesía que me digne a aceptar como mía y mucha basura. En este blog esta la mayoría de todos esos escritos. ¿Cuántos he publicado? Cero, nada, nanai, tal vez me han publicado en revistas universitarias de otros estados y eso porque me piden permiso o me platican. A algunos chavitos les gusta lo que escribo. Pero… ¿publicar en serio? ¿Por qué no? No sé si me da miedo el ambiente literario, o me da pereza investigar, o no tengo ganas de jugar el juego de seducción para ganarme a los contactos, o porque cuando escucho a los escritores mexicanos hablar en voz alta (tengo tres como profesores, por ahí andan anunciados para un evento de Octubre a Diciembre… luego que busque los datos, igual y los publico) no me visualizo como uno de ellos. Y si hablan en voz alta, y hablan rete bonito, y luego ni les entiendo, y ya después, cuando me entero que son una eminencia de tal, un director de publicaciones por ejemplo, o el traductor antologista más chingón de perenganowers, entonces me cohibo y me cohibo porque cuando los tengo enfrente, dándome clases, no comprendo porque estan dando clases si a duras penas unos cuantos compañeros les respetan o les hacen caso.

Deberían ser escritores, no profesores, pienso… pero de algo tiene que vivir el escritor, ¿no? Aunque sea enseñándole a unos cuántos lángaras como yo. Igual y en unos años, acabando mi carrera, me dedicaré a enseñar literatura, ¿no es así? ¿No es lo que pasa con nosotros estudiantes de letras? Hey, te tengo esa noticia: Si apenas estas empezando tu carrera de humanidades, sobre todo letras, mi buen señor, y crees que la humanidad despertará a la humanidad…

Empezarás dando clases a unos lángaras que eran como tú, ¿cómo ves? Y si no aprovechas eso, no vas a cambiar ni madres.

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La novela que pretendo presentar a los concursos y que estará peleando durante un rato, es la de Simón Dor. Obviamente, no puedo presentarla así como así, por su cantidad de errores. Además, hay otro factor que no había considerado–: Esa novela se escribió en el blog. Como se escribió en el blog, me vi obligado a utilizarlo como un recurso, como un juego dentro de la novela y esta incrustado dentro de ella. Entonces me encuentro modificando el texto, porque, pues, en el texto no hay manera de meter el blog para que se acompañen, para que se sustenten el uno al otro. Es imposible, por excesivo y porque sale sobrando. Debo recortar aunque me duela y finalmente, puedo decir que estoy… extirpando un cáncer llamado Simón Dor, aquel personaje amargado, viejo que fuma sin filtro y bebe tequila. Algo que llamé, en su tiempo, un futuro muy probable.

Todavía pienso en él, y pienso como él, muchas veces. Todavía me acuerdo y me sorprende, porque fue como envejecer con él. Mi propio personaje modifico mi percepción, de tal manera, que las cosas debo de pensarlas como él para tener tela de donde cortar. Tal vez Lobo Antunes tenga razón–: A uno le dictan. El personaje no te pertenece. Tal vez Pata tenía razón cuando Padre Taxi, los personajes a veces parecían atados. Pero yo no puedo estar seguro, tengo veintitrés años y sigo escribiendo, sigo puliendo mi estilo, sigo trabajando mis temas redundantes, sigo creciendo… por eso, pienso que estará bien que Simón Dor se arriesgue a que lo bateén en los concursos, él ya esta viejo y es lo suficientemente pretencioso, fariseo y barbón para aguantar el rechazo. Yo sigo siendo un pinche mocoso.