Cor Blimey! Muchas cosas me pasan por la cabeza, pero no he podido sentarme a escribirlas porque pienso que no son relevantes. Incluso, hacer una lista de lo que me sucedió en el año o de lo que deseo para este, se me hace irrelevante. Desde que dejé mi trabajo, pienso que mucho de lo que hago tiene poco merito, incluso contar una anécdota personal o pasada y es que este blog se convirtió en una válvula de escape por la presión que significaba trabajar en el medio.

Es por eso, tal vez, que he dejado abandonada un poco de mi faceta personal. Pero también, con el ánimo de escribir diariamente (o cada tercer día), no lo he abandonado, porque dicen que es cosa de práctica, porque uno aprende escribiendo, porque, también dicen, que no escribo tan mal y porque algunos todavía me leen, porque me he ganado buenos amigos escribiendo, porque escribir en este medio me ha permitido conocer gente. Y también porque me gusta luchar contra el vacío que significa la inactividad, porque en unos años será interesante leer mi etapa post-carrillo, porque descubriré que en la cabeza todavía estaba arreglando algo y finalmente pude escribirlo.

Este año pienso dedicarlo a las letras, ahora que tengo a mis mecenas que están dispuestos a alimentarme con arrachera y coca cola de dieta, a mi mecenas más importante que me ayudará a viajar para ir a verla. El dos mil seis es para dedicárselo a mi carrera, dedicárselo a mis proyectos de beca y a los concursos literarios. Y para todo ello, consideré que era necesario cerrar el ciclo pasado, era necesario dejar a las modelos de minifalda y de bustos operados, era necesario dejar el varo. Eso me pide algunos sacrificios: la poca actividad que me ha hecho un poco más sedentario y, también, que creo tener menos cosas que contar o las cosas que puedo contar, acerca de mi vida, son irrelevantes y a nadie le interesan.

También, creo que muchos blogs escriben de cosas más interesantes de las que yo podría escribir y, honestamente, últimamente me fascinan más ellos, que aportar mi grano de arena a la enorme base de datos de Google. Por ello abrí las ramas de mil nombres y aquí me he dedicado más a escribir un tipo diario de ficción con Cien Noches, el cual, básicamente, planeo que abarque en su mayoría, el contenido de esta bitácora hasta que termine, hasta que la historia me ofrezca todo lo que me pueda ofrecer. Aunque no parezca, estoy muy animado con ello… y uno nunca sabe, tal vez, mañana, verdaderamente me decida a tomar una mochila, un poco de ropa, y me dedique a viajar de mochilazo. O tal vez, mi destino cambie una vez más, a otro camino inesperado, a otro trabajo fascinante.

No sé si este año traiga los triunfos tan esperados, una realización profesional o me regrese el deseo de aprender que me consume. Y bueno, no me importa tanto, sé que es parte de un desarrollo, de algo que se construye solo. Cuando trabajaba en Casting, me importaba de una manera asfixiante, no podía respirar sin pensar si habría alguna retribución por flagelarme, tanto en el trabajo, como en mi vida personal, como en lo que escribía. Noches de ver los mismos rostros, haciendo las actuaciones insulsas de siempre, me hacían pensar de qué valía y de qué estaba hecho. Hoy, que estoy aparte de eso, aún cuando considero irrelevante lo poco que cuento aquí, me siento muchísimo mejor. Por otra parte, me da tristeza que haya perdido su importancia. Escribir ya no es una medicina o un alimento, como en aquel entonces. Ahora ha adquirido otro enfoque, uno que aún estoy descubriendo. Ayer era importante para mí escribir algo, hoy es distinto.

Elegí buen momento para empezar de cero. Dos de enero del dos mil seis, espero que se la estén pasando tan bien como yo.

Felicidades.