Agradezco a todos los mañaneros, vespertinos y nocturnos que le dieron seguimiento a esta transmisión. Mi límite fueron catorce horas con treinta y cinco minutos. Casi me dieron ganas de esperarme hasta las seis de la mañana y tomarle una foto al amanecer, pero… no será en esta ocasión, y tal vez algún otro bruto (o bruta) quiera continuar esta empresa y superarme desde su blog. Fue divertido mientras duró, pero digamos que mis ojitos pispiretos ya no pueden más, o más bien, que poderes no terrenales me hicieron los ojitos pispiretos y me llamaron a la cama. Estoy seguro que me acostaré y no podré dormir hasta pasadas las 2.50, pero prefiero pasar esas horas contra el insomnio, mirando el techo y cubierto por sábanas, calentándome el cuerpo. Los pensamientos más extraños vienen cuando no los estoy escribiendo y esos los aprecio aun más, que los cuatro años que adornan esta bitácora.

No pude terminar esto porque seguramente, alguna demonia me chupó la vida.

Y mientras hice este experimento recordé constantemente dos consejos que mi abuela me daba todo el tiempo:

  1. Deja de hacerte pendejo.
  2. Siempre mira al piso, porque tu vas a lavar tus tenis si pisan mierda.

(Para que no digan que esto no les dejó algo).

Que pasen buenas noches, que yo… voy a dormir PO-CA-MA-DRE. Nos vemos hasta el siguiente 24 horas, que probablemente, lo haré en un mes. Igual nos ponemos de acuerdo entre varios y hacemos un metablog de las horas que van pasando. ¿Qué dicen? ¿Se animarían?