Estos días me ha dado por visitar Carrillo Casting, a parte de que se respira una tranquilidad curiosa… (aun cuando tienen como trescientos cincuenta y cinco proyectos), he descubierto cierto hervor, cierta nostalgia, por vivir de nuevo esa vida pesada, donde todo se acelera, todo es urgente, todo son culos bonitos y hombres demasiado hermosos. Sin embargo, estoy consciente que no es tiempo de volver, y aun si quisiera volver, todavía esta la cuestión porque me dejaran regresar.

Hoy me desperté a las seis de la mañana, mi hermano comentó que había olvidado un papel que debía entregar para la preparatoria. De nuevo, mis ojos se abrieron y miraron un techo infinito, ese que no se puede describir, solamente escuchar en canciones. Pensé durante un momento en la extensión interminable y en porque eran las seis de la mañana y no las diez. Sentí una pequeña opresión en el pecho (muy pequeña) y pasó por mi mente, rápidamente, si esto sentía la abuela cada que el chamaco necesitaba una tarea o se le había olvidado algo que tenía que entregar.

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Fest ha pensado escribir en tercera persona, porque de alguna manera sabe que eso implica cierta enfermedad, una disociación para ser más preciso. Fest sabe que escribir una biografía o un papel de sí mismo, refiriéndose como el personaje principal de su vida en tercera persona, implica que la personalidad del escritor esta separada de algún modo de su propia realidad. Fest podría cometer un crimen, por ejemplo, y en sus adentros pensaría que Fest es el culpable, por su mente no podría pasar: Soy culpable del crimen que cometí, sino que él, es el culpable. Él cree que podría ser un buen ejercicio, así podría ver su vida de otra manera, tal vez un poco más objetiva y utilizando otro tipo de narrador. Lo ha pensado seriamente estos días, también ha pensado en cometer el crimen perfecto… como robarse los chocolates o mirarle las nalgas a alguna doña treintona, porque Fest sería incapaz de cometer un crimen serio, se arrepentiría en el último momento. Para cometer un crimen moral grave, tendría que verse arrastrado a él por las circunstancias o por alguien que manipule mejor que él. Algo así piensa Fest.

Ha decidido utilizar el apellido para referirse así mismo, porque así es más factible su disociación: es un bastardo y los bastardos, aunque pueden llegar a ser personas muy sanas y saludables cuando crecen teniendo gente que supla los modelos paternos, llevan el estigma de bastardos en la espalda de todas maneras. Es una carga psicológica, (él piensa que es sutil en sí mismo) y en México, todavía, con una carga moral muy fuerte. O eso quiere creer también, en realidad no se ha informado en el tema, sólo ha vivido su propia experiencia.

Fest llevaba un rato escribiendo, sin embargo, por su poca pericia para escribir en una MAC, ha perdido dos anécdotas de su vida, una disculpa a Patricia porque no podrá presentarse a su cumpleaños, hablaba de como las pequeñas cosas son la que lo hacen a uno más alegre (esas pequeñas cosas, como las felaciones), una lista de los tantos pendientes que tiene por hacer, una reseña brevísima del libro que leyó (para darle gusto a Fander). Promete re-escribir mañana todo esto, ya habiéndolo meditado mejor, preocupándose por no perder esas cosas al darle click a donde no se le da click. Sin embargo las responsabilidades continúan vigentes y procurará darle fin a la mayoría de estas para irse lejos el día de hoy, y si no mañana tempranito. Esas pequeñas cosas, insiste, son las que alegran al corazón.