RAGAZZA

“Dísculpeme”
-sueño que le interrumpo en plena calle-:
“lleva usted mi corazón
pegado a la suela del zapato.”
Y, entonces,
descubro que también me envuelve
el violeta dulce y calmo de sus ojos.

–Elena Medel.

A Fest le molesta hablar del amor, porque siente que es demasiado hablar de amor. Todos hablan de él, se ha enterrado en el corazón de todos alguna vez, es negado y mancillado, es venerado. A Fest también le agrada el amor, le ha golpeteado el corazón y le ha provocado cosquillitas en el estómago, muy molestas por cierto, porque incontrolablemente actúan y se aprovechan del cuerpo donde reside con sólo el breve pensamiento de un recuerdo. No hay nada más incómodo, piensa, que comprar unos cigarros en la calle y súbitamente sentirse enamorado. O, por ejemplo, caminar por el Zócalo secuestrado, entre tanto clamor popular y la búsqueda de un nuevo presidente, él puede acordarse de sus cabellos rizados y cómo le crece la sonrisa, los besos que le ha soplado o cómo se le quiebra la voz cuando lo siente de veras… es molesto, porque uno sonríe cuándo también debería estar gritando–. ¡Regrésame mi ciudad! –algo así.

Todos hablan del amor, de cómo los ha lastimado, de cómo han sufrido con él, de cómo los rescató de la muerte o una indiferencia perpetua. Fest también lo hace, porque inevitablemente, es un ser humano y tiene la capacidad de sentir placer y disgusto con él, tiene la capacidad de expresar estas opiniones. De vez en cuando piensa que debería haber otras cosas que sentirse atraído, deseado o atrapado pero no puede dejar de pensar en lo estúpido de ese pensamiento y que después de todo, ese amor que sentimos por otros y nuestra capacidad de actuar conforme a él, es nuestra moneda de cambio en el mundo y la única, y verdadera, forma de redención. –Joto y estúpido –dice Fest en ocasiones–, Joto y estúpido.

Si el Árbol de los Mil Nombres continuara caminando, pensaría que su verdadero nombre es Amor.