Fest despertó a las tres de la mañana, anotó baile como un recordatorio en su celular y luego durmió. A las siete de la mañana se despertó de nuevo. Desayunó huevos con jamón, un poco de queso y contrario a la invitación popular una vida saludable, bebió un vaso de coca cola. Ayer tuvo un día agradable, fue a tomar café con una amiga y platicaron bastante, hacía tiempo que no lo hacían. Fest prometió que lo haría más seguido y ahora que está probando la vida disciplinada, bien podría cumplirlo. Ya sólo depende del humor de ambos en esos momentos. No es que hayan platicado temas que difieran del común entre una plática de amigos, pero es agradable poner en orden las ideas, hablarlas en voz alta con otro y que ese otro, afirme o niegue la postura. Un amigo funciona para reafirmarse, definirse así mismo cuando se escuchan elucubrar en voz alta.

Hablando de amigos, uno le pidió ayer que fuera como testigo de su boda por lo civil. Preguntó si tenía que ir de traje, ya estaba pensando en costos de tintorería y boleadas de zapatos cuando él le tranquilizó diciendo que todo normal, que sería una boda muy sencilla. Vaya… testigo de una boda… testigo de la boda de uno de sus mejores amigos.

Fest se sabe una especie de solitario. Cuándo era más joven, pensaba que lo suyo sería morir solo, en algún lugar, con modestos triunfos y una vida distinta al común denominador. Nada de buscar riquezas, de buscar fama o reconocimiento, nada de angustiarse por los temores colectivos, ni aceptar la verdad común como la única verdad. El señor Armando Sámano, así como muchos otros, suele llamar esa verdad como La Razón. Una razón capaz de impulsar nuestros actos, una razón que define los motivos de nuestro movimiento (según nuestra persona o la colectiva). Fest no cree en una persona colectiva, sin embargo cree que el individuo toma pedazos de la colectividad para formarse un criterio y actuar en base a él. Fest es incapaz de aceptar que una persona pueda irresponsabilizarse de sus decisiones porque un colectivo se lo obliga. No puede aceptar un “lo hice, porque los demás lo hicieron”, “Me obligaron a hacerlo” o un “lo hago, porque esta de moda”. Eso es inaceptable para él, hasta que existe una responsabilidad o un criterio, uno que construya un pensamiento crítico, que sea capaz de invalidar esa decisión y denote cierta madurez o crecimiento. De igual manera, el otro colectivo, el alternativo, no puede aceptarlo. Fest es incapaz de comprender una persona que dice: “No lo veo, porque los demás lo ven”, “Ha perdido sentido, porque todos lo hacen”. Apela más a su razón un “lo hice porque me gusta, aún cuando le gusta a los demás”, no importa que ello se base en cierta ingenuidad. Fest acepta, también, la función del instinto, esa función primitiva y apresurada por tomar una decisión desde la boca del estómago. Por ello Fest es un solitario, esa forma de pensar lo ha llevado a escoger con mucho cuidado a sus amigos (y ni siquiera eso, cuando son ellos quienes lo escogen), también lo ha llevado a preferir su soledad, ser un simple observador. Contra todos los pronósticos, a veces no entiende porque disfruta mucho su relación.

En ocasiones, Fest piensa que no debió nacer en esta época, dónde el pensamiento crítico contrasta demasiado con una actitud compulsiva y consumista. Se dice mucho que el exceso de información esta robando la consciencia histórica a los jóvenes. También se dice a los jóvenes que lo mejor es vivir el momento y dejar el pasado atrás, porque el pasado lastima. Es una época dónde las mejores historias son aquellas que se reciclan y se “modernizan”, se cambian de enfoque, se reconstruyen en base a muchas formas de pensamiento: Todas esas a las que le hemos puesto nombre en esta época y pobres de nosotros, que aún no encontramos el nombre de la nuestra. Es decir, somos capaces de leer con curiosidad y morbo la historia reescrita de una caperucita roja dónde ella sea proclive a la prostitución y el lobo sea el padrote que le extiende la invitación al oficio. Surge una curiosidad por leer la Iliada desde el punto de vista de la ciencia ficción, aquella donde el areté, es más bien, la primera constancia de la existencia de seres metahumanos. Así Aquiles es un súper héroe cuyo origen científico se basa en la unión de adn humano y alienígena, en vez de un noble cuya vida consistía en esculpir sus habilidades con el arco y la lírica. Vivimos una época dónde esta bien ser políticamente correcto y es muy divertido no serlo. Así, con toda esa mezcla de opiniones, culturas, corrientes… ¿cómo es posible buscar el nombre de nuestro pensamiento? La tarea queda en cada uno de nosotros, que debe elegir lo que más le place para formar su propio criterio. Mejor aún, si la persona tiene un poquito de sentimiento crítico, entonces elegirá de entre todas las opciones, vertientes del pensamiento que no se contradigan entre sí (o encontrará un puente que pueda validar las dos y crear una nueva forma de pensar) y eso es más congruente de lo que puede pedir uno. Es una invitación a morir con honor, honestidad y tranquilidad. Piensa Fest, que eso es mucho trabajo para seres humanos comunes y mortales.

No es una época sencilla dónde podamos trabajar en blancos y negros, o siquiera tonalidades de grises. Fest piensa que estamos viviendo el giro de una época, pero su edad o tal vez, su falta de cultura, no le permiten ver ni tantito a dónde nos dirigimos. Mejor irse a morir solo, en algún lugar, con modestas comodidades. Si tiene suerte, seguiría escribiendo en este diario… si tiene suerte, será testigo del punto clave dónde todo cambió y finalmente nos demos el lujo de nominar a este chacotero.