Ayer fue el último día para videar un casting de polvitos para endulzar el agua. Para las mujeres pedimos “ropa deportiva”, porque la acción… pues no complicada, se veía creíble solamente si traían la ropa deportiva. Debían alzar y bajar un palito y simular que eran pesas. (Nota al calce: “Estoy más que saturado, enojado, enfermo y tengo ansiedad de aventar teléfonos por las ventanas” – Ricko). Después de esa nota cultural, que no acostumbro permitir dentro de mis textos… decía que hice uno de esos castings ayer. Así es, el buen árbol detrás de cámara, tomando video a diosas esculturales de tetas grandes en ropa embarrada. No, no tuve erecciones. No me pasé de listo. Estaba más ocupado en mi trabajo, procurando ser lo más profesional posible, que andarle viendo el escotito que obliga uno de esos tops rete-divertidos.

Sin embargo, las modelos suelen traer una súper maleta y en ella la ropita deportiva. Entonces se meten al baño (o al foro… tuve la oportunidad de grabar dos nenas cambiándose y no lo hice, porque la consciencia y el profesionalismo, y todo eso), se cambian y ya, saludan bien sonrientes para pasar conmigo. También pasa, que aunque en la solicitud se escriba en Arial 72 que las modelos deben traer ropa deportiva al casting… pues o se le olvida a la agencia, o se le olvida a la modelo. Ni modo, cuando eso sucede, pues se le hace casting en ropa normal y ya, aunque sus probabilidades disminuyan drásticamente, por más buena que esté. (La neta no. Si esta BUENOTA, pues esta BUENOTA y ya).

Así que el hombre, super profesional, cuando llega una de estas morenas hermosas, con unas tetas y culo de campeonato, sin la ropa deportiva… le dice–. Bueno, hagamos el casting así.

–Perfecto… ¿pero qué necesitas ver?

–Necesito que se vea tu vientre esbelto. Si te quitas la chamarra se ve mejor.

–Muy bien… ¿No necesitas que me alce la playera hasta por acá? –Y me enseña, la muy mona.

–Yo creo que sí.

–¿O lo prefieres en ropa interior?

Gulp gulp gulp gulp. DUN DUN DUN DUN DUN.

–No porque me pones muy nervioso.

–No seas payaso –y que se quita la playera.

–Bueno, esta perfecto –Pues sí, a huevo, estaba perfecto.

Yo solamente pensaba, “Enfócate y que no se te pare”. No estoy acostumbrado, esto de la dirección de casting es nuevo para mí y pues, sabía que me iba a tocar… pero no tan pronto. Lo hice tranquilamente, y cuando acabamos, me dijo–. Muchas gracias –me dio un abrazo, un beso en el cachete, y después me preguntó–. ¿Oye, no me veo muy morena?

–No, registras bien en el video.

–¿En serio? ¿No se me ve muy morena la cara? ¿El cabello estuvo bien?

–Todo perfecto, muchas gracias.

–Sale, pues nos vemos… y Agustín, ¿verdad?

–Si, tú crees… y me caso en un año.

–¿De verdad? Muchas felicidades.

Esos últimos diálogos no pasaron, pero estuvieron a punto.

Sin embargo, hoy fue la otra cara de la moneda. Mientras el lunes tuve señoritas buenonas y de licras embarradas enseñando sus atributos. El martes mi casting fue de viejitos recitando un largo monólogo, acerca de como su nieta disfruta mucho dándole de comer a Luis Miguel (y sabemos que Luis Miguel tiene para todas). Ya verán el comercial en canal 4 y verán a lo que me refiero. Los textos largos, y con viejitos, son algo de cuidado… porque, pues ya están viejitos. A no ser que sean los actorazos que cobran las perlas de la virgen, estos castings suelen complicarse.

Fue curioso, muy distinto al sentimiento de andar viendo los atributos de las nenas, quise sentir empatía mientras miraba a los abuelos. Entonces me di cuenta lo mucho que ha influido cierta publicidad en mí. Chico sin padre, chico sin abuelos… sentí una especie de bienestar y gozo mientras escuchaba el texto de abuelos postizos hablando de su nieta y los quince minutos más felices de su vida. –Eso quisiera de ser un abuelo, los quince minutos más maravillosos de mi vida, cuando esta ya esté finalizando. Recordé un sinnúmero de comerciales, donde una familia completa y feliz, arrancaban juntos en un auto para irse de vacaciones. De tanto que repetían el texto, empezaba a repetirlo con ellos y sonreía levemente.

Al terminar el casting, sin embargo, tan sólo podía pensar: “Por favor, que ninguno se muera hasta después de la filmación”. Alguna vez nos pasó que… el Bala buscaba a un viejito para utilizarlo en un comercial, y resultó que el señor había fallecido el día anterior. Y pues cuando la gente se muere… ni modo, se muere y ya.