Mientras miro el video, como el japonés le mete la lengua a la taka taka y ella, poco responsiva sólo deja la boca abierta… pienso en las noches perdidas. Debería estar en mi cama, conciliando el sueño, pero estoy pensando, como sucede habitualmente estas noches y cuando pienso dormir es imperdonable. Me reencuentro con un pequeño sentimiento, un recuerdo de cómo, cuando niño, prendía la televisión y me dejaba acompañar por el ruido de las personas o bien… prendía un walkie talkie para recoger las frecuencias de los taxistas y escuchar algo. Estas noches me gustaría estar acompañado de ruido, por ejemplo, el ruido de las conversaciones en un restaurante o en un bar (sin música muy estridente) aunque mi sociopatía no me lo permita. Increíble, el japonés tiene unos calzones de Astroboy… lo juro. Ella se arrodilla ante él, y como pasa en estos videos: puras mamadas.

Hace un momento miraba fotografías en flickr. Tuve un pequeño impulso de recuperar mi colección de Wallpapers y agrandarla con fotos que me gustan del flickr. Estuve como 14 páginas de mis favoritos, escogiendo, buscando las que tuvieran tamaños completos, bajándolas y recortándolas. He guardado estos wallpapers en un pendrive, para llevarlos mañana a la oficina. Estoy entusiasmado con las mac. Me han gustado tanto, que he pensado ahorrar para comprar una… eso, o mi boda. Será que la mac tendrá que esperar, tal vez un par de años. Si comprara una de esas computadoras, sería solamente para escribir y editar video. Guardar mis galerías de fotos, mis wallpapers, escuchar música. Lo único que extrañaría serían los juegos, la edición de estos, la creación de mapas, y demás. Cuando tengo un juego me gusta exprimirlo.

El japonés le ha roto las medias. No es nada sutil el tipo. En el minuto siguiente le bajó los calzones.

Escucho Franz Ferdinand. Mi mujer me ha dicho que le encanta, pero que la pone arisca. Ha dejado de escucharlos en el coche porque la aceleraban demasiado. En lo personal, me parecen una de esas genialidades como pocas. Hay momentos geniales, explosiones de creatividad y urgencia, que recorren el mundo como un chispazo y las ideas explotan en varias cabezas a la vez. Su música me hace pensar en ello. Obligan, por ejemplo, a que la japonesa se ponga como chivo al precipicio y su compañero con la sutileza de un ladrillo, haga lo que plazca. Es un placer sexual encontrar algo que te gusta, y repetirlo, repetirlo, repetirlo. Explosiones geniales, como las caricaturas japonesas, sus series dramáticas, o las nuevas series gringas, que se dan el lujo de lo secuencial. Las buenas películas cuyo mindfuck no te deja en paz después de varias semanas. Algún día me gustaría hacer eso.

Ayer leyendo a Octavio Paz, me encontré con su visión del lenguaje. Si mal no recuerdo, habla del lenguaje que es propio y es construído a través de nuestra comunidad. Dice que el poeta no puede escribir si no tiene este lenguaje y su comunidad no puede entenderlo. Pensaba en eso y me descubrí, de repente, en algún punto, como un hombre solitario cuyas comunidades nunca le han interesado demasiado o cuando le interesaron, terminaron. Nunca he escrito para la comunidad, soy incapaz de hacerlo. Me sentí fracasado. Si no hay una comunidad que pueda reconocer lo que he escrito, ¿entonces de qué sirve? Escribir para uno mismo y que eso baste, es bonito… pero, el acto de escribir no esta completo si no hay lectores que hagan mis palabras suyas.

Es decir, escribir para uno mismo es pensar y sentirse satisfecho por ello, debería quedarse en el mero pensamiento. Tan bonito como imaginar que coges o masturbarte.