Estoy poseído por un extraño espíritu. Es verdad. Me maneja a su antojo, hace de mí lo que quiere y sobre todo, me ata las manos. Si me atara las manos y me la chupara, sería algo muy ameno, pero no pasa así, porque es un espíritu y esos no tienen boca. No quisiera decir que toma posesión de mi cuerpo, porque entonces pensarían que me dobla y hace de mí lo que quiere. Además, ya dije que no tiene boca, así que tampoco tiene sexo. El espíritu es un estado de ánimo, probablemente una actitud, que maneja mis pensamientos durante el día y me ata las manos.

Las manos son un lenguaje muy importante, porque dicen lo que haces y lo que dejas de hacer. Tus manos son el impulsor de tus acciones. Lo que se transmite a través de ellas son los pensamientos hechos trabajo. El que trabaja la tierra tiene manos de tierra. El que trabaja binario tiene manos binarias. El que no trabaja no tiene manos. Cuando quiero conocer a alguien, en vez de escucharlo, miro sus manos y el producto de ellas (si esto lo permite). ¿Los ojos no mienten? Tal vez no, pero esconden. Unos ojos educados para la felicidad y la tristeza, pueden llorar y brillar cuando su dueño se los permite… pero el producto de las manos, siempre delata. Una artesanía traerá los defectos de su creador. Una novela es el producto del tormento de un escritor. Una pintura, qué decir de una pintura.

¿Por qué, entonces, menospreciar a los pies? Los pies los escondemos todo el tiempo y si los usamos correctamente, estarán siempre feos. Es lo que pienso. La gente si camina tendrá pies feos. La gente si disfruta andar descalza los ensuciará. La gente viste sus pies con calcetas de colores y tenis costosos. Sudan, apestan, hacen el trabajo sucio. Mientras que las manos hacen el trabajo de la mente, el producto de los sueños, los pies son el motor del cuerpo y lo llevan a los lugares donde quieren ir. Manos y pies trabajan juntos. Unos como obreros, los otros como gerentes. Por eso luego tenemos problemas–. ¿Qué hago caminando hacia el bar, si tenía que redactar un informe?

Entre la mano y los pies, más o menos al centro, con las manos levantadas y los pies bien extendidos. Se encuentra la diversión, y estoy hablando del ombligo. Porque es divertido soplar el ombligo de alguien que no lo espera: levantarle la playera y soplar, que suene como un pedo. Las carcajadas se extienden como fuegos fatuos en el bosque. Ay bueno, esta bien, quise decir el sexo… pero luego se quejan que este es un blog cachondo. La verdad es que el sexo de una persona nos dice más de lo que quisiéramos saber: qué comen por el olor de sus fluidos, qué tan cuidadosos son en el aseo, si son promiscuos, altos, demasiado estrechos o dilatados. Secretos oscuros se revelan cuando tienes a unos centímetros el sexo de otro.

Tengo un espíritus, sin ojos y sin pestañas, que se adueña de mí y me ata las manos. Es una manera poética de decir que dudo cuando reviso mis textos. Pareciera que eternamente los voy a estar revisando. Pobrecito guerrero, pienso en ocasiones. Si tuviera ojos desconfiaría más del espíritu, porque los ojos bien educados esconden. ¿Ventana del alma? No es cierto. Pero eso sí, son bonitos, y reflejan, y de repente brillan, y cuando lloran son hermosos.

Crédito de la imagen: Unknown A Crowned Man Pointing to his Eyes and Holding a Net over a Bird, third quarter of 15th century, Pen and black ink and colored washes on paper Leaf: 28.7 x 20.6 cm (11 5/16 x 8 1/8 in.) The J. Paul Getty Museum, Los Angeles