• Cerrar los ojos, de niño, era una actividad plena y fascinante. De verdad. ¿A ustedes no les pasó algo similar? Cerrar los ojos, y mirar al sol, te descubría que no significaba una oscuridad completa. De negro, a un potente naranja. Mientras más consciente me hacía de los colores cuando cerraba los ojos, más pensaba en los ciegos. ¿Así nos verán los ciegos, como sombras naranjas y negras? Entre más crecía, y más conocimientos superficiales adquiría, esa pequeña esperanza de ver algunos colores se difuminaba y finalmente me lo dije–. Ser ciego, debe ser la peor putada del mundo…

  • A no ser que puedas ver ese naranja siempre.

  • El parpadeo es un movimiento de esos, que pasan porque sí. Ya después descubrimos la maravilla de parpadear cuando nos la explican los biólogos. Su importancia, como la mayoría de las pequeñas cosas, nos parece nimia. Parpadeamos para mantener los ojos húmedos, para evitar que se irriten. Producción de lágrimas. Cada vez que cierras los ojos, te cuidas a ti mismo y el cuerpo decide sobrevivir. Cerrar y abrir los ojos, y conservar la capacidad de ver, sobre todo en estos tiempos que somos tan visuales, es un acto involuntario para no perder.

  • Todo lo que aprendemos de parpadear los ojos, simplemente.

  • Un psicópata que entendiera esta situación, me lo imagino cortándose los párpados con una navaja. Necesito verlo todo…. Un suicida también lo entendería. Niego mi derecho a la supervivencia… So long suckers. Una tortura cruel y sangrienta, sería coserle a alguien los párpados. Los párpados son la única protección para que nadie piense en apretarnos los ojos con los pulgares.

  • Mis párpados están en su lugar.