• Cuando te van a llamar por teléfono a tu celular, a veces las bocinas de tu computadora suenan como con una interferencia y entonces, así descubres otra manifestación de no-se-qué-ondas que mágicamente entran a tus aparatos y cargan consigo la voz de otra persona, quien sabe a cuántos kilómetros de tu vida. Qué romántico.

  • Claro que no piensas en la magia detrás de las frecuencias de la vida en general. Si respondes ese teléfono, y te llama una persona por trabajo, la pequeña reflexión se va por un carajo. ¿Eso es la maravilla del celular? El pequeño artefacto es tan cómodo, que puedes ponerlo en el buró donde duermes a un lado. Ese artefacto, es una llave para que cualquiera interrumpa tu sueño. Es tan cómodo que lo llevas en el bolsillo cuando vas al cine, la llave para que tengas que salirte durante la escena más interesante de la película o la salvación de una película terrorífica, o aburrida.

  • Te acostumbras a responder, y a no responder. Sin pensar un momento que a la mano llevas el poder de comunicarte con una red de personas, en cualquier momento. Hasta que pierdes el cacharro, te das cuenta de la sensación de soledad que puede significar no tenerlo. ¿Por qué hablar con esos forasteros? ¿Esos desconocidos? ¿Esos… números de celular que no están registrados en mi agenda?

  • ¿Qué hacemos con toda esa información que se guarda a través de estos aparatos? Las fotos, los tonos, la música, las notas, los mensajes de texto. Dos personas con un celular, pueden significar un cúmulo tremendo de información. Un celular es tan personal como una libreta. Nos quita esos minutos de reflexión, donde antes de hablar con alguien pensábamos las cosas en una caminata, y lo mandamos inmediatamente en un mensaje. Comunicación más rápida, menos pensada. Necesitamos comunicarnos ya.

  • Quiero un celular nuevo. Uno medio rascuache como el anterior. Nada fancy. Que sirva para hablar, en primer lugar. Mandar mensajes a mi primera esposa, por ejemplo. A la segunda mandarle fotos. Y que la tercera me despierte, diciéndome cuanto me odia. Un celular para que me hablen los asistentes de dirección y los productores, preguntando angustiadísimos-. ¿Dónde coños está mi material? -Un celular que me despierte, y suene en las mañanas, para apagarlo adormilado.