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140 y tantos casos de influenza porcina, según la OMS. Ya llegamos al nivel cinco. ¿Después qué sigue? Teorías conspiratorias se mencionan en todas partes, denigrando la enfermedad a una simple cortina de humo para esconder leyes, nuevos acuerdos, misteriosas visitas entre presidentes y acuerdos de emergencia que se hicieron sin detalle alguno. ¿Será? ¿La crisis financiera, logró convertirse en una crisis biológica, de la noche a la mañana? Los ecónomos y científicos del mundo, me los imagino estudiando la situación paso por paso, a ver si descubren aquellos lazos invisibles que sostiene todo lo que se ha dicho.
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Veinticinco minutos de pila en mi laptop. Los suficientes para escribir el día de hoy. Tal vez, en estos momentos, lo mejor es escribir y registrar todos esos pequeños sucesos que rompieron la cotidianidad. Los tapabocas, los guantes de látex, las personas que se apenan por haberte dado la mano-los que les vale madre-los que te rechazan la mano diciendo como nenas: “Es que dijeron que no debíamos hacerlo”. ¿Por qué negarlo? Me lavo las manos cada vez que puedo. Es lo único que puedo hacer.
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Las noticias más alarmantes cada día, incluso, me hicieron cambiarle a una telenovela de Televisa. Prefiero ver a Lucerito haciendo de “La Hiena”, a seguir escuchando como recalcan la gravedad de la situación. La vida se ha convertido en una especie de locura, en un momento difícil de esos que recordamos los viejos a nuestros niños… las teorías conspiratorias y el alzamiento sospechoso de ambas crisis, me hacen preguntarme, ¿hay una verdad atrás de todo ello? ¿Cuáles son las reglas del juego? ¿Cambiaron?
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¿Cambiaron? La búsqueda de la verdad. Encontrar la verdad, ¿de qué serviría? ¿Cómo podría buscar la verdad, si no es leyendo? Tal vez, llegando a aquellos niveles donde el idioma es distinto. Donde los conceptos, las ganancias y las pérdidas, cambian drásticamente y se transforman. ¿La verdad es de los medios, de los dirigentes, del pueblo? Es un camino peligroso, y extraño, porque la búsqueda de verdad no tiene ganadores, y perdedores, sólo espíritus liberados.
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