Los pequeños lujos, ¿son aquellos que compramos con un par de monedas? Una coca cola cuando hace calor, por ejemplo. Una cajetilla de cigarros con alguna portada nueva, o distinta, a las acostumbradas. Fumar antes, después, y durante todas las esperas del mundo. Tener un reloj, un celular, una cámara digital, y cuánto aparato se te ocurra. Una libretita para escribir los pensamientos. Una pulsera de tela, una playera nueva, unos tenis deslavados -tan rotos, que ya no sabes cuando los compraste y sólo los conservas porque son TUS tenis-. Una amiguita o un amiguito, para coger en tiempos de sequía. Hacer naderías en tu tiempo libre, como una chaquetita, o leer una revista. También el pequeño lujo de caminar cuando tienes coche, (ahora sí, me voy caminando a la tiendita por todos mis otros pequeños lujos).

Tirarse en el pasto a dormir para que luego te despierte algún bicho que te mordió los tobillos. Que el perro se te suba al regazo mientras escribes y deseas, silenciosamente, que sea una mujer. Un libro nuevo, que empezarás y olvidarás cuando compres el siguiente. Los libros olvidables. Tener diez dedos en las dos manos, tener otros diez en los pies. Tijeritas para el pelo en la nariz y pasarse un rato en el espejo, buscando las nuevas arrugas. No hacer nada el día de tu cumpleaños, ¿es otro pequeño lujo? No buscar a nadie por amor, por fortuna o por dinero. Esconderse en el ropero para espantar a alguien. Subirse al ropero para dar el salto del tigre.

Abrir y cerrar las puertas sólo porque sí. Poner el reproductor de música al azar, nomás porque tengo mucho para escuchar. Decir la verdad con sutileza, manipular a las personas por diversión, aprovechar el sonido de la voz para crear una situación distinta… que pueda esparcirse entre todos los presentes y se convierta en un nexo, un momento inolvidable, para los recuerdos que son esos pequeños lujos que nos damos, mientras caminamos bajo una lluvia o el sol inclemente, mientras nos preguntamos a dónde vamos y si ya vamos a llegar.