Ya salió el sol… eso dicen. Ahora veremos todo en colores claros y brillantes. El sol en su máximo esplendor. Ya no fuma el hombre, ya no le cuentan cuentos a los niños, los amantes salieron perezosamente de su escondite, y la niña del ipod se fue a casa. No más café (de Nescafé) Ahora, los estudiantes de todo el país se asoman por la ventana, distrayéndose con los rayos de sol y las sombras, esperando el momento para ir a casa, y olvidarse de tareas, y deberes. Jorgito piensa en Susanita. Susanita en Rodolfo. Rodolfo en Gustavo. Una liga impenetrable de pensamientos ocultos, que no necesariamente son de amor o de odio. Jorgito necesita el cuaderno de Susana para las tareas. Susana quiere pegarle el chicle a Rodolfo en la cabeza. Y Rodolfo se la quiere mamar a Gustavo, pero es tan joven para reconocer esas cosas. Ya salió el sol… eso dicen. Pero la cabeza es una sombra irremediable que oculta todos los deseos. El sol en la piel parece despojarnos de toda malicia, nos trae una sonrisa, y como pequeños espejos refractamos la luz. El hombre del cigarro se encuentra en casa, mirando fotografías en un album viejo. La niña del ipod bosteza, se asoma por una ventana y mira los pajaritos un tanto tristona. Los niños piensan en los cuentos de la noche anterior, y temen, porque en algún momento llegará la noche. Sí, saldrá el sol, y sí, se irá de nuevo.