Hoy es domingo. Dejen reviso mi calendario… Ah, sí, lo es. Permítanme revisarlo de nuevo. Sí. Estoy seguro que es domingo. ¿Entonces qué hago escribiendo aquí? Todavía no estoy seguro. Resulta que pensaba hablar de música y de como la estoy incorporando a la creación de mis textos. Pienso en un personaje, pienso en la música que me gustaría escuchar como el personaje o que es adecuada para las situaciones, y entonces hago una lista. Escucho esa única lista durante todo el tiempo que tenga el archivo abierto, para que así, esos sonidos musicales entren de manera subliminal en el texto. ¿Lo he logrado? ¿Acaso leyéndome les he traído las canciones a la cabeza? Sepa. No sé que tanto poder necromántico… no, no es de necromantes. Perdón. No sé que tanto poder mágico (así, sin obligarlo a una disciplina mágica en sí). Mejor no hablemos de magia. No sé que tanto poder hipnótico tengo sobre ustedes. Esperen, estoy escribiendo un texto, se llama “Manual para volverse loco”. Ya cambié varias palabras. Puedo confesar que todo lo que escribí, tiene un significado oculto que necesita un diccionario que ya tengo aquí. ¿Cuál es el verdadero significado? A la mejor ya lo estás entendiendo, a la mejor… logré que entrara subliminalmente en tu cabeza. A la mejor, ambos ya estamos locos. Lo he logrado.