La última vez que pensé como un pez beta, me costó grandes dificultades comunicarme como un ser humano y si tú eres un ser humano, y estás leyendo esto, es porque te has metido en mi cabeza y ahora sabes lo que piensa un pez beta. Ninguno de los dos somos tontos (o eso presumimos), y aún cuando tu pecera es más grande, debes saber que los peces beta no hablamos, y raras veces nos comunicamos. Es cierto que la ciencia y este blog han demostrado que algunos cactos hablan, y que no todos los lobos son lobos, sino dioses pequeños, sin embargo, en esta ocasión estás en mi cabeza. Si todavía no me crees, te invito a realizar los siguientes ejercicios de sensibilización: abre la boca, cierra la boca, mueve la cabeza de un lado a otro y muy importante, no te veas en el espejo o un impulso irrefrenable hará que te des de topes. Si encontraras a tu doble en este momento, lo agarrarías con los labios de las orejas y lo morderías hasta dejarlo sin oportunidad de redención y vida. Estás en mi cabeza, y yo estoy en la tuya. Somos una pecera compartida en la humanidad, y sólo porque me gusta bailar te pregunto… ¿Bailamos? Es domingo, algunos domingos, según se dice por ahí, la gente salía a bailar a los parques durante varias horas, hasta que el sol se escondiera. Ahora bailan en supermercados y plazas. Yo, los domingos, sólo doy vueltas alrededor de mi pecera, aunque este domingo tan peculiar me cuesta trabajo. Si estás en mi cabeza, ya viste que nos encontramos en una pequeña habitación, llena de libreros y huacales, de plumas y libretas, y libros grandes y pequeños. La diferencia de este domingo, con los otros domingos, es el hombre de jeans y chamarra negra, que está fumando silenciosamente mientras nadie está en la casa. Un cuervo sueña en su hombro, ¡y qué bueno, porque seguro ya no tendríamos cabeza dónde estar y dónde confundirnos! Sabemos de antemano quien es el hombre, es el Señor de Todas las Respuestas, aunque generalmente le llaman la Muerte. El hombre fuma y no sé por la capucha, pero me mira como si fuera un objeto curioso. Doy vueltas en mi pecera y en movimientos naturales le doy la espalda. Unos minutos después, él ha desaparecido. Ni yo sabré que asuntos tendría El Señor con un pez beta, que simplemente perdía el tiempo de todos los días en su pecera y en domingo, además.