No te molestes en leer otra cosa. En serio. Algunos usan tuiter para ventilar sus quejas sobre temas actuales o muy personales. Está bien, si lo hacen una vez, dos veces… una semana, si son tus amigos o tus familiares (esos que no puedes evitar). Pero cuando termine la solidaridad, el compañerismo, el coleguismo… busca lo que te haga reír. No lo evites. Si son chistes blancos, fotografías de gatitos (bien vivos… o bien muertos), si son los tuits de un degenerado, de una perdida, de un político… siempre y cuando te hagan reír, es la mejor inversión que pudiste hacer en tiempo. Ocio bien invertido. Primero es la risa y no cualquiera, sino la carcajada, esa carcajada incómoda que hace voltear a tus compañeros de oficina.

Ya que hayas reído, busca alguien que sea un reto. Alguien a quien no entiendas, alguien que hable de eso que tú no puedes poner en palabras. Busca gente que te maraville. Busca gente que se preocupa por comunicar un universo en las menos palabras posibles. Gente cuyo cerebro es una explosión de creatividad, que se preocupa por crear, por escribir, por ofrecerte una chispa ingeniosa. Busca gente que te sea útil, que te inspire, que sean esas palabras que justo estabas esperando.

Ya que seas una esfera de risas, iluminación, entendimiento, creatividad y estrellas… te puedes dedicar con toda la tranquilidad del mundo a buscar con quien refocilarte en twitter. Digo, si quieres. Un directito: “Nomás la puntita”. La posibilidad ahí está. Es cuestión de buscar un avatar guapachoso, seguir y que te sigan, y mandar el primer mensaje directo. No recomiendo los avatares que tienen medias de red, me han contado, son puro cuento. Los mensajes directos no los inventaron para otra cosa. Nomás porque soy casado. Tengo pareja estable. Esos mensajes directos que se dicen al oído. También tengo a mi perro cuando mi esposa falta. Para acariciarle detrás de las orejas, digo.