Los perros del terreno persiguen pájaros blancos, un tractor pasa y prepara la tierra. Curiosamente, confundí dos títulos de libros por sólo tener la palabra “libertad”, el de Ende y el de Fromm. Hace poco leí a Fromm, sólo para saber si lo que leí de joven seguiría hablándole al tipo adulto. Qué tristeza, parece que lo digo como si hubiera dejado de jugar. (No, todavía sigo jugando, pero mis juegos son de otra índole). Me asomo por mi ventana, hay varias rejas de aquí al Popo: El miriñaque, el alambrado, la barda incompleta, la reja café de una casa, una barda de ladrillos. Siempre estamos parando algo. Ayer vi a un gato hacerse pequeño para pasar en el angosto espacio literal entre un muro y un portón café. Deténganlo a él. ¿La gente son muros con patas? Una persona está hecha de historias. Algunas historias, no importa cuán literarias sean, son muros a franquear para conocerla realmente, y eso apenas. Uno de mis cactos murió ahogado. La noticia me incomoda, si no le eché tanta agua como para ahogarlo. Ahora está ahí, morado y café, en la maceta, ha perdido todos los verdes, y yo que le tenía demasiada fe. Me costó cinco pesos, creció demasiado rápido. Ah, también leí que probablemente necesitaba una maceta más grande. ¿Los cactos necesitan extenderse ampliamente, como el mundo? Algunos muros tienen la piel de un cacto, para escalarlos es obligatorio empujar las manos, sangrar con las espinas, usarlas de impulso para asomarse al otro lado.