Estas noches, en vez de tomar algún libro (Moby Dick es el librote para cambiar el año), he jugado durante algunas horas. El videojuego en turno es Fallout 3 y fue una buena decisión. Se trata de un mundo post-apocalíptico vasto, lleno de historias y de secretos. Tiene escondidos muchos lugares interesantes que sólo pueden ser descubiertos si te animas a explorar y no tienes prisa por resolver la historia principal.

Creo que las historias más fascinantes involucran las bóvedas. En el mundo de Fallout, la gente de Vault-Tec construyó bóvedas para proteger a la gente en caso de un apocalipsis nuclear. Como la historia es la de un tiempo obsesionado con este tipo de energía y sus usos (además de un homenaje a la ciencia ficción clásica, llena de robots y de átomos), mucha gente se anotó y pagó su lugar en las bóvedas de Vault-Tec. Lamentable porque, al parecer, Vault-Tec siempre tuvo otros planes para toda esa gente y la trataban como sujetos para diversos experimentos sociales, psicológicos y químicos.

Ha sido un viaje escabroso y (curiosamente) triste. Fallout 3 tiene un tino para crear historias incompletas y que sólo el jugador puede completar a través de su imaginación. También, quizás, esperaba otra cosa. Me aproximé al mundo de Fallout a través de Fallout Shelter, el juego que salió para móviles. Como en Shelter tú eres quien se encarga de mantener el orden en esas bóvedas, tienes la esperanza de que en la historia principal sus líderes también fueron igual de benévolos y convirtieron esos túneles subterráneos en un verdadero refugio para los últimos vestigios de la humanidad. Nada qué ver. Mi ingenuidad no tardó en ser castigada.

Bóveda 106

Fue la primera bóveda que encontré después de salir de la bóveda 101. Luego de enfrentarme al yermo oscuro, ocre, pensé que entrar a otra bóveda y recuperar algo de supuesto orden social no me haría mal. Una cama dónde dormir y muebles dónde encontrar un botín valioso, bien conservado, no maltratado por las lluvias radiactivas y el tiempo. Mis esperanzas se rompieron en cuanto entré. Estaba igual de jodida que todo lo demás. Y no sólo eso, los primeros uniformados con el número 106 me recibieron con armas en las manos y ojos enloquecidos. Aunque su piel se veía limpia, mostraban los dientes como animales y tenían los uniformes rasgados. Las bestias humanas estaban armadas con bates de beisbol y martillos de remache. La bóveda era uno de mis primeros… “calabozos”, así que mi nivel no estaba a la altura para controlarlos con facilidad, tuve que recorrerla sigilosamente.

En el camino tuve alucinaciones. Había residuos de algo impuro en el aire. Curiosamente, en sincronía con ambas personas (el jugador, el jugado), empecé a tener visiones de mi hogar: la bóveda 101. Vi al líder y a Amata, la mejor amiga de la infancia. Vi a la pandilla de pequeños gandules, los que se hacían llamar las serpientes del túnel. Pensé, mordaz (y definitivamente involucrado con la historia), que después de haber explorado el mundo de Fallout, ningún hijo de bóveda estaba realmente preparado para sobrevivir. Paulatinamente, entre alucinaciones y ataques de los residentes de la 106, descubrí lo que sucedió con el lugar: El líder tenía la orden de liberar ciertos gases tóxicos para comprobar su eficacia en los residentes. La bóveda 106 sería uno de muchos experimentos para llegar al mismo fin; una manera de crear a los soldados y asesinos perfectos. El camino de los gases no fue el indicado. Comprendí que tenía alucinaciones porque las drogas psicotrópicas todavía estaban activas.

Una de los diarios que leí adentro contenía un poema. Era malo.

Bóveda 92

En la exploración del yermo, eventualmente encontré una casa solitaria donde vivía una anciana llamada Agatha. Tuve mis dudas. Afuera es un lugar peligroso y jodido, pero después de platicar un poco de la anciana, acepté su historia de soledad y concluí que simplemente ha tenido muy buena suerte para sobrevivir. Los cuatro comerciantes principales, según cuenta, pasan por su casa para ver si sigue con vida. Me da un poco de risa, maldita viejilla lista. Me dio la misión de buscar un Stradivarius en la bóveda 92. Agatha ofreció un poco de contexto acerca de la bóveda: un bastión para proteger a grandes músicos y compositores, y que ellos conservaran y desarrollaran, a pesar de las bombas y de la guerra, una de las aristas de la cultura humana. Agatha me dijo que ignoraba si la bóveda seguía en pie, pero estaba segura de que el Stradivarius todavía estaba ahí. Eventualmente, después de un montón de exploraciones y misiones, caminé para allá. Afuera había un pueblo fantasma llamado Old Olney. Sus únicos habitantes eran unos Deathclaws que paseaban por ahí. Eso no auguraba buenas cosas.

La bóveda 92 estaba vacía. No había gente pero sí moscas mutantes y esos cangrejos antropomorfos que son peculiarmente molestos. Afortunadamente ya tenía una mejor armadura, una mejor arma y un nivel suficiente para soportar sus ataques. Encontré el Stradivarius abandonado en un cuarto de música. También encontré diversas notas de audio que explicaban lo que sucedió con la gente de la bóveda: en el experimento para buscar a mejores soldados, decidieron insertar mensajes subliminales en los equipos de sonido dentro de la bóveda. Sí, la ironía: convirtieron a los músicos enclenques en personas taimadas y agresivas usando mensajes dentro del ruido blanco. El primero de ellos fue un violinista que tuvo que ser detenido por tres guardias de la bóveda pero cuando despedazó a uno de ellos, con sus manos, tuvieron que darle de tiros. Murió después de la vigésima bala. El científico encargado del experimento, pasmado por el resultado, al principio pensaba que el experimento sería usado para pendejaditas y cuando investigó, y descubrió que no era así (demasiado tarde), el líder lo mató. Lovely.

Según notas que encontré, el ruido transformó a las personas en idiotas.

La mitad de los habitantes de la bóveda enloquecieron con las órdenes del ruido blanco. Se volvieron incontrolables. La otra mitad se acuarteló en otra parte de la bóveda. Supongo que no duraron mucho tiempo. Cuando entré, ya no había nadie, sólo el Stradivarius, una de las bellezas humanas abandonada por las bestias como se abandona un juguete que, a pesar de hermoso, nunca terminará de ser comprendido. Supuse que todas las personas enloquecidas eventualmente escaparon y se esparcieron por el yermo. Salí, un poco triste, porque ya me esperaba el peor resultado: encontrar la bóveda abandonada y el violín casi intacto.

Terminé la misión. Entregué el violín a Agatha y ahora ella transmite por radio como lo toca. Es mi estación preferida.

Bóveda 108

La historia de la bóveda 108: experimento sociológico para descubrir qué pasaría con la bóveda en ciertas condiciones de estrés. Claro, como en todas las bóvedas, el único que sabe la verdad es el líder de la bóveda.

Uno: Triplicar la cantidad de armas.
Dos: No poner cintas de entretenimiento ni películas.
Tres: Tiene un generador de energía defectuoso que durará veinte años menos de lo estimado.
Cuatro: El líder escogido tiene un cierto tipo de cáncer que lo matará a unas cuantas semanas de estar dentro de la bóveda y eso dejará sin liderazgo a la población.

Leí de la bóveda antes de entrar en ella. No sabía qué esperar adentro: locos, deathclaws, vacas de dos cabezas, los exiliados de la hermandad (los cuales me buscan para matarme porque, bueno, me dio flojera hacer caso a su misión por salvar toda la tecnología y dársela solamente a ellos, y preferí matarlos, y robar sus cosas. El yermo es el yermo). Entonces encontré al primer clon de Gary. Muerto. Era un muchacho rubio muy parecido al muñeco mascota de la Vault-Tec.

Cuando entré a las habitaciones, encontré más clones de Gary pero estos tenían vida y se acercaron a mí con intenciones de matarme. Tenían armas. No hablaban, sólo reían o exclamaban su propio nombre: Ah, Gary, ja-ja-ja, Gary. Los maté. No eran muy brillantes aunque atemorizaban. Completar su historia me daba terror. Encontré algunos diarios. La bóveda 108 tenía una obsesión por clonar a Gary, pero no decían por qué. Lo clonaron un total de 54 veces y todos los resultados, eran humanos poco inteligentes que eran agresivos con todos los residentes de la bóveda, excepto los mismos Garys. Todas las condiciones adversas en las que estaban estas personas y decidieron clonar a Gary. ¿Por qué diablos?

Las notas terminaban con que juntaron a 54 clones y que pronto tendrían que hacer espacio para los demás. Supongo que las cosas no salieron bien. No pude accesar las habitaciones de las mujeres. Hicieron una barricada imposible de tirar. No encontré más información y fuera del juego, Google no me da respuestas satisfactorias.

Esta es mi teoría: Gary era un clon del líder de la bóveda. Necesitaban revivirlo para que alguien les dijera qué hacer. Lo hicieron una y otra vez, y lo único que clonaban, era a un hombre que desde el principio sabía que iba a morir y sólo tenía ese pensamiento en la cabeza. Quizás, cuando Brody Jones (el líder) estuvo vivo, fue un buen comandante y la pérdida fue impactante, irremplazable, y cuando empezaron a suceder estas pequeñas desgracias, los habitantes en vez de arrojarse a la muerte y al asesinato, decidieron poner toda su atención en la ciencia para revivir a su profeta, su mesías, su dios. La ironía. Gary, Gary, Gary. (¿Quién es Gary? ¿Yo soy Gary? A veces me lo pregunto, mientras camino afuera del juego, y recuerdo la bóveda 108).

Uno de ellos en el cuarto médico analizaba unas radiografías. En una camilla había un habitante del yermo. Le faltaba una pierna. Tenía los ojos abiertos, muertos. Gary daba vueltas y trataba de comprender qué clase de alienígena tenía enfrente de él. Es la bóveda más impactante y, hasta el momento, mi historia de Fallout 3 preferida.