La vida es normal: carga un garrafón y las cajas de leche, pasea al perro, trabaja en el juego misterioso, treinta lagartijas (nah). La tos, según el médico internista, dijo que es un problema separado de la manchita en la radiografía. Pero necesitamos información. No urge, pero la necesitamos. Hay que seguirle rascando al boleto para descubrir el nido de los gusanos. Siento que un Dios anida en mí.

El único problema es dormir, la sensación es siniestra: una moneda en el sistema que da vueltas de un lado a otro, que oprime espacios habitualmente libres dentro del cuerpo.

No puedo dormir de lado, tengo que dormir mirando el techo o ligeramente inclinado a la derecha. Corte a Vigo Mortensen y su muerte definitiva al final de The Road. (Recuerdo la imagen, es efectiva: el padre angustiado mirando al cielo en el lecho de su muerte. Piensa en su chamaco, ¿recuerdan que le puso el cañón de la pistola para salvarlo del mundo? Vigo no conocerá la tranquilidad en el purgatorio). Ay, Nico, mi perrhija, pienso y trato de cerrar los ojitos, pensar en cosas más agradables, salirme de este mar ambiguo. Exagero, lo sé. La perrhija está más vieja que yo y probablemente la entierre, así como tendré todos estos años para echar el polvo sobre el polvo de otros.

Las palabras del médico internista fueron más alentadoras y dan tiempo, espacio y algo de sosiego. El cuerpo ya no es un enemigo pero un misterio. Ya nos separamos del diagnóstico inicial: timoma (bastante carnicero) y ya separamos la tos del enigma (fumador en recuperación). De ahí sigue la búsqueda de la paciencia y el contento con lo que se tiene. El proceso va para largo: los trámites del seguro, más análisis, depositar mi fe en los amigos queridos y abrazar a Sol cuando ríe porque su risa, bueno, es algo parecido a la infancia y la felicidad.

Mi problema no es morir (las conclusiones no son motivo de queja —no te claves, chavo— por más desfachatadas, ordinarias o tajantes que sean [y con tristeza hago cuenta de los libros y los videojuegos que no podré tener en mis manos, pero también soy feliz, porque jugué Final Fantasy VI, Fallout y leí el Quijote, y leí a Proust]), la conclusión está bien, entre más pronto tenga la información, puedo mover la nariz a otra cosa. Incluso la tragedia de una enfermedad perpetua no me detendría de continuar mis placeres (aunque, bueno, extrañaría correr y el sexo, si acaso el sexo, porque no es secreto que me gusta darle durísimo contra el muro [¿hablamos de cuántos glory holes y placeres manuales?]).

Mi problema, como siempre, es no saber. La búsqueda de la verdad; el único motorrunnnn, runnnnnnn en mi vida que nunca ha perdido o transformado su valor y me ha llevado por los caminos más placenteros y satisfactorios. Elementos que creían ciertos han desaparecido o se transformaron en otra cosa: los amores, los perros, la familia, los amigos pero la verdad es el amor infinito de un dios generoso. Incluso si lo mío fuera una enfermedad continua, y si esta tiene nombre y tratados y limitantes, incluso así, la verdad está al final del camino y puedo seguir caminando hacia allá. Aún en el remoto caso de que el nombre de esta mancha fuera mortal o debilitante, está bien, saberlo está bien y podemos tratar otros enigmas, otros acertijos, otras diversiones durante el tiempo que sea (10, 40, 120 años).

Hay paz ✌️