El día empezó cuando me levanté y pensé en Ella. ¿Qué nombre puedo darle? Lo he estado buscando, pero no encuentro a ninguna mujer en la literatura que se le parezca, ¿será que es única? Es como un murmuro y es como un grito. Es la inocencia de una niña, omitiendo a la mujer que le habla en tres tonos musicales distintos. ¿O serán cuatro? ¿O serán infinitos? ¿O serán números imaginarios? Me despierta la caballerosidad de un inglés y me alimenta el instinto posesivo de un mexicano borracho.

Si, me levanté, como si hubiese dormido con ella a mi lado. Hoy sería un día difícil, no había pensado cuanto… pero sabía que lo sería. Lo presentía. Uno de esos días adorables en el trabajo… ¿qué nombre? ¿Debería entonces, buscar uno con significado bíblico, para nombrarle? Así como ha hecho Simón con sus hijos y los hijos de los hijos, y los hijos de los hijos de los hijos.

No, no lo encuentro. Sé que la he leído antes, de alguna forma, sabía que ella existía… una mujer que camina en ensueño o en magia. ¿Qué mujer podría ser? Me sonaba mucho a “La Maga” de Cortázar, por una frase que decía más o menos así: “Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra”, o tal vez era esta: “Era de las que rompen los puentes con solo cruzarlos, o se acuerdan llorando a gritos de haber visto en una vitrina el décimo de lotería que acaba de ganar cinco millones”, claro… esa fue mi primera lectura de Cortázar.

Se entiende que la mujer era un desastre, pero yo lo modifiqué en mi primera lectura… hice de la Maga, magia. Imagínense una mujer así, una mujer que encuentras cuando menos lo esperas, una mujer que rompe puentes o jura haber encontrado el billete ganador entre miles. Para mi, la Maga, era magia y Horacio la hace así eventualmente. Me pregunto, ¿la encontrará algún día?.

Y ella no es La Maga. Es algo más… todavía sigo buscando, tengo que encontrarla… o si no, terminaré escribiéndola, aunque a nadie le importe.

Suficiente de Cortázar, algún día tendré que superarlo.

Cuando salí de casa, me acordé de Gloria (la primera). Es curioso, los nombres iguales me persiguen… bue, no fue una relación muy fructífera. En ese tiempo, andaba investigando la Dominación y la sumisión como un juego sexual para escribir el cuento de Lorena Salinas. Gloria me lo descubrió como una forma de vida (para algunos, igual que la homosexualidad —para algunos, insisto, que de todo hay en esta vida— es, sencillamente, un juego más y para otros, su vida y no se juega con la vida de nadie). Me aventé a jugar el papel del Amo, recuerdo bien y entendí el papel del sumiso, ella me lo enseñó.

Gloria jugaba un papel de sumisa cruel, le gustaba hacerme sufrir. Cuando yo me desquitaba con el físico, ella se desquitaba con mi mente. Debo admitir que me dañó y no eran buenos días. Dos años de la muerte de Cecilia y yo ya andaba buscando otra relación y luego de ese tipo… bue, me jodí más la cabeza de lo que realmente necesitaba.

Cuando le entraba su locura, le gustaba hacerme sentir celoso y un día se le pasó la mano, yo no estaba de ánimos para “jugar” y se lo había dicho. Le llamé puta, end of story, c’est la vie, all you need is love.

“Ya veo que mi amorcito es una puta”, le dije con una mueca.

Hice lo que me prometí jamás decirle a ninguna mujer. Yo sentí como si le hubiera puesto la mano encima. Descubrí que esa mujer me cambiaba, ¿o tal vez gustaba de despertar algo latente? Todos tenemos el lado oscuro. Ella, religiosamente, abrió las puertas del mío.

Ella me dijo adiós. Le pedí una disculpa y le regresé el adiós —algo se había roto—. No quería saber de ella, más que por lo que sucedió, para no seguirme haciendo daño. Ella intentó regresar. Lo intentamos intentar de nuevo, después de todo, todavía nos teníamos cierto cariño. No fue lo mismo. Ella se acordaba, a mi no me importaba. Desaté la crueldad que ella quería en un principio.

Como nos detestamos. Yo todavía me arrepiento de vez en vez, no sé si de haberla conocido, de haberle llamado así, o de haberme conocido a mi mismo de otra forma, o de todo al mismo tiempo y a veces no sé si me arrepiento. Ella… lo último que supe de ella es que estaba harta de soñar con árboles muertos y cuervos.

Si, Gloria es una de las personas que me han formado hoy en día. No puedo negarlo. Yo NO tengo claro que nuevos caminos le abrí o cerré a ella, pero tengo claros los caminos que ella modificó para mí.

Caminos que han madurado y oscuridades a las que ya no temo. Si me la volviese a encontrar, estoy seguro de una de dos: ella querrá voltear y caminar en otra dirección, o como mujer orgullosa, plantarse enfrente y reprocharme con una sonrisa victoriosa. Y yo, yo sólo le miraría y me diría: “Qué bien, está viva”.

Hoy fue uno de esos días pesados en Casting.

Vino un cliente de una televisora para buscar el casting de un nuevo programa nocturno. Con eso, y otros cuantos proyectos pendientes… analizemos la posición de cada uno de los jugadores en Carrillo Casting, de 11 a 4 de la tarde. Pueden fácilmente imaginar que todo sucedía al mismo tiempo y que todo duró esas cinco horas.

  • Jorge Carrillo – Pendiente del cliente. Arreglando lo de un problema con un casting de shampoo. Coordinandose con otras castineras en Brasil y Argentina. Hablando con las actrices que se ponían difíciles para el casting del programa de televisión.
  • Alfredo Hernández – Pendiente del cliente. Manejando cámara y dirigiendo con el cliente en el foro para las mujeres que hacían el casting. (Felicidades a Feyo, después de esto, una junta de un casting de comercial… se le hará pan comido).
  • Juan Carlos Hernández – En filmación de campaña de cerveza. Luchando contra los que no habían filmado todavía (cuatro modelos cancelaron… cuatro. Empezamos a llamarle la filmación maldita).
  • Alejandro Cabrera – Arreglando lo de un problema con el juzgado, pendientes personales. Nervioso porque tiene que estar al pendiente de el casting para coches. Arreglando un problema de un olvido (se le olvidó el VHS con los bailarines editados), pone nerviosos a la productora y a la agencia de publicidad. La tensión aumenta y más porque el director no nos apoya. El director aprovecha nuestro error, para sumar los suyos a nuestra cuenta.
  • Josefa Guerrero – En junta del casting para coches. Arreglando por teléfono, cada que podía escaparse de la junta, lo de un casting de gobierno y lo de un stock para un lácteo. Hablando por teléfono con Jorge, para ponerse de acuerdo quien llamaba a Miami y cuando, para seguir preguntando las especificaciones del casting en curso.
  • Paloma – Asistiendo a Feyo con las listas, haciendo las relaciones públicas para que las actrices (Actrices de renombre en este casting), no se nos desesperaran.Teléfonos. Cumpliendo los encargos de Josefa para conseguir más actores y modelos para los casting pendientes. Cumpliendo los encargos de Juan Carlos cuando otro le cancelaba.
  • Gustavo – Mensajero. De Polanco al Pedregal, del Pedregal a la Condesa, de la Condesa a la Oficina, de la Oficina a Polanco. Arreglando lo de unos extras que consiguió de la manga para el casting de cerveza. Apoyando también en listas y la firma de contratos para el casting de cerveza.
  • Cheques – Entregando cosas cuando Gustavo no podía, revisando los pendientes que Josefa dejó anotados el día anterior. Arreglando problemas con modelos del casting de cerveza. Asistiendo listas y acompañando a Paloma. Firmando contratos a los modelos que se quedaron para el casting de cerveza.
  • Agustín Fest – Editando y re-editando el stock para productos lácteos. Editando el casting de un promocional de pastelitos. Editando el casting para gobierno. Atendiendo las necesidades tecnológicas del cliente (sacando fotos de las chavas del mismo casting, revisando cartas de la televisora, revisando constantemente mails para tener informado de si algo sucedía en Brasil o Argentina a Jorge).

Wow… qué día.

A las cuatro o cinco de la tarde llegó Mario Romero. ¿Qué les puedo decir yo de él? Solo una sana advertencia: Ponte un switch en la cabeza que diga: “Realidad – Mario”, porque Mario es sencillamente, el mejor sofista que he podido encontrar en mi vida. Con él me puedo dedicar a las simplezas y creo que es el único que entiende completamente mi sarcasmo, aún cuando es inconsciente. Es uno de los mejores amigos que el internet me ha podido dejar.

Claro, se aprovecha constantemente de mi personalidad obsesiva y de que no he aprendido mi switch. Los chistes de Mario son tan simples y los dice con una seriedad, que es imposible pensar que no hay un trasfondo. Sencillamente, increíble.

Una de las estupideces que más recuerdo del día de hoy, fue cuando de repente me dijo: “Claro, es como la estatua parlante de Marcel Marceau”.

Hice click: Marcel Marceau es mimo y se lo dije—No es posible, si Marcel Marceau es mimo.

Aún así, no le importó a mi mente. Continuó (y todavía continua), pensando como sería una estatua parlante en Marcel Marceau. Mario se la pasó riéndose de mi lo que restó del día y yo seguí incluyendo la “estatua parlante”, cada que podía, en una situación hipotética y en mis delirios obsesivos que luego me asaltan.

Es mejor cuando se junta la terna. Carrillo, Mario y yo (que en sí, yo soy el observador). Un ejemplo:

Estaba yo discutiendo con Mario acerca de cuántos hijos debería de tener. Entró Jorge cuando yo decía la frase: “Desperdigando la semilla”.

Mi frase, elegantemente cuidada y elegida, con palabras exuberantes para hacerla más notable… fue destruida por un gesto de Jorge, impulsando sus caderas en círculos y haciendo cara de “Qué riiiico, ¡desperdiguemos la semilla!”.

Los tres nos echamos a reír.

Extraño esos cafés de Vip’s y los molletes con tocino.

El día terminó, oficialmente, a las diez de la noche.
No-oficialmente, a las dos de la mañana.

El cliente se fue satisfecho con el casting que conseguimos y le pedimos que nos dejara hacer copias de los VHS’s, prometiendo dejarle los precontratos, los cassettes originales y las listas en su hotel. Nos lo permitió, él se fue y pusimos a las videos a copiar los tres vhs’s (cuatro horas y veinte minutos de material).

Al final, sólo quedamos Gustavo, Cheques y yo esperando a que se terminaran las copias. Decidimos cenar algo y al regresar, ya estaban casi terminados. Pusimos los vhs’s originales en sobres, junto con las listas, nos subimos a mi flamante coche y nos perdimos buscando el bendito hotel.

So, llame a Carrillo por teléfono, con el riesgo de que nos llamara ineptos.

Nos llamó ineptos, efectivamente y nos dio instrucciones de como llegar al hotel.

Sus instrucciones no fueron suficientes. Preguntamos a policias, mariachis de garibaldi, etcétera. Nos dieron la una de la mañana, ya no teníamos gasolina, pusimos más.

Gustavo y Cheques ya se estaban desesperando… Carrillo hablaba cada diez minutos, preguntando si ya sabíamos donde estaba el hotel. Puras negativas.

Hasta que yo creí ver el hotel, y le señalé a Cheques que fuera hacia allá… no era. Pero si estaban unos taxistas de sitio, ellos nos dijeron donde estaba y afortunadamente, Carrillo habló en ese momento y escuchó las instrucciones para llegar.

Definitivamente, las instrucciones de Carrillo y el taxista, eran muy diferentes. Llegamos al hotel haciendo caso al taxista. Carrillo, para mi agrado, dijo—: Disculpe usted, señor. Soy un pendejo.

Bue, luego se nos perdió el papelito con el número de habitación del hotel. Tuve que hablarle a Carrillo para preguntarle y se anotó un diez triunfal. “¿Cómo que perdió el papelito? No mames T-T, ¡esa es de primaria!”.

Entregué los dos sobrecitos a un atento hombrecillo en la recepción, regresé al coche e íbamos de regreso cuando Carrillo marcó de nuevo—: Espero haya entregado todo… listas del casting (sip), los tres vhs’s (sip), y los precontratos…

Oh no.

Regresamos a la oficina por los precontratos. Nuestra pequeña victoria se había vuelto una derrota. Los pusimos en sobrecitos y la esperanza de llegar antes de las dos de la mañana a mi casa, se esfumó como castillos en el aire… cuando el de la recepción me miró burlón con tres sobrecitos más incluyendo los precontratos.

—Háblale a Carrillo —dijo Cheques.

—¿Y qué le digo? —pregunté.

—Dile que nos de otra vez la dirección del hotel.

—¡Si, ché! ¡Y también pregúntale el nombre de la persona a quien se lo tienes que entregar! Decile que se te olvidó…

—Si T-T, dile así… “Señor, tres preguntas… ¿me puede repetir la dirección del hotel?, ¿me puede decir el nombre de la persona a la que hay que entregárselo?, y… ¿me puede dar el número de la habitación en donde está?

Marcando a Carrillo.
Gustavo y Cheques se reían mientras yo repetía religiosamente y entre risas, las preguntas.

Carrillo—: No mames wey, ¿de veras es neta lo que me estás preguntando?

Carcajadas.

Diez minutos después, todo estaba entregado. Camino a casa de Gustavo, Carrillo marca a mi celular.

—¡Señor, hablo para pedirle un casting a la castinera que le gusta complicar las cosas sencillas!

—Oh, no me esté molestando.

—Quisiera ver… ¿me puede usted conseguir una mujer? ¡Pero claro, cómo somos la casa de castings que le gusta complicar las cosas, me entregará un VHS con puros hombres!

—Ya cállese, déjeme en paz.

—Claro, si usted hubiera querido complicar más las cosas… hubiera dejado uno de los folders con los precontratos, para hacer un tercer viaje.

—Y le estaría hablando a usted para preguntarle la dirección del hotel, ¿verdad señor? ¡A quién se le ocurre! ¡Prácticamente nos mandó a otro lado!

—No fue tan lejos T-T, en coche se hacen cinco minutos.

—Claro, con sus sabias direcciones… hicimos cuarenta.

Oh si, andábamos jocosos a pesar de todo.

Y ya, dejando a Gustavo… de regreso, Cheques y yo pasamos por donde estaban las prostitutas. A veces creo que Cheques se siente con la responsabilidad de enseñarme esos pedazos del mundo urbano-cotidiano como un hermano mayor, sin yo pedirlo. Je. Así lo siento. Él manejaba y me dijo: “Mira Tetris, putas”. Yo lo noté y me dio curiosidad, así que dejé que se orillara. En pláticas anteriores me había prevenido que eran bastante agresivas, que se encimaban, sacaban miembros y hacían lo que querían. Yo no le había creído.

Pues me tocó una de esas.

Me acabó manoseando, chupando, y yo con los ojos bien abiertos, mirando a Cheques con cara de: “Está bien, el día de hoy he descubierto que soy más puritano de lo que realmente creía ser”. Y también descubrí que hacen todo ese show para robarse lo que pueden.

Con una rapidez me quitó el cinturón, me abrió la bragueta y me empezó a hacer cosas con sus manos y con sus labios. Cuando Cheques me dijo: “La cartera Tetris” y era cierto, mi cartera estaba volando, y mi cajetilla de cigarros y también mi celular. Y como todo estaba sucediendo con las intermitentes puestas, con la luz y los taqueros mirando, y otras prostitutas atendiendo a otra gente… andaba demasiado preocupado como para asimilar la experiencia.

Se me hizo algo muy surreal. Probablemente no lo es para otra persona. A mi nunca me había sucedido y no necesito repetirlo. Curiosidad satisfecha… oh yeah, no more baby.

Como vieron que no iban a conseguir dinero y ya nos habíamos dado cuenta de que se estaban perdiendo cosas, se alejaron y dejaron de jugar. Cheques y yo nos fuimos.

—Wow Cheques, creo que eso ha sido lo más raro que me ha pasado en mi vida.

Cheques se ríe.

—¿Por qué Tetris?

—Bueno, no en mi vida. Al menos el día de hoy.

Nos fuimos en silencio, yo acabé intacto… a Cheques si le robaron el celular.

Y luego te encontré donde menos esperaba.

Así que… Uvas…