Ayer terminé los cuentitos de Arreola, en el librito venían de todo género, gusto, color y pasión. No fue una mala inversión y me permitió conocer a un escritor mexicano. Le estaba comentando a mi noviecita que cuentos me habían gustado de él y ella encontró que la mayoría están aquí, en línea. Si quieren conocerlo, dense una vuelta y lean uno que otro, no diré cuales me gustaron porque eso evitaría que le den click a todos o al que apele a su atención por su título.
Supongo, que lo que más me impactó de Arreola fue su vocabulario, su manera de escribir (y su conocimiento) y la maravilla de leer sus frases en voz alta.
(…) Alturas y profundidades me marean: la negación de Picard, sin globo ni batiscafo. Vivo a ras de tierra, a orillas del agua y del sueño. Y te soñé. Abriste al borde de mi cama un abismo anormal. Dije abismo en otro tiempo, soñando en el infierno. Porque el cielo está lejos y el corazón anida cerca del estómago, debajo de las costillas
–Juan José Arreola. “Tres días y un cenicero”.
Cuando era niño, me preguntaba… que si alguna vez llegaba a ser escritor, necesitaría tener el vocabulario para escribir algo que valiera la pena. Algo que fuera leído por mucha gente y me felicitara. A medida que fui creciendo, me convencí que lo único necesario era la imaginación o hacer las frases entendibles, ya que había mucha gente que no estaba lista para recibir todo un diccionario en un cuentito. O bien, cuando les preguntaba ellos que les gustaría, mencionaban que leerían aquello que fuera directo, al grano, que no les gustaba leer una especie de “cantinfleo” ya que les confundía.
Esa es la manera de pensar de mucha gente, hoy en día, y es así como está evolucionando el lenguaje… estamos evolucionando a algo que se entrega rápido, digerible rápidamente, que comunique la mínima y básica reflexión (Cine, música pop, publicidad, etcétera). ¿Si es malo? No lo sé, como dije… es evolución (o involución para el más purista) del pensamiento.
Tal parece que así se dijeron, sin hablar. La mirada lo estaba diciendo todo. Y ni un ai te va, ni ai te viene. En la plaza que los vecinos dejaron desierta como adrede, la cosa iba a comenzar
–Juan José Arreola, “Corrido”.
So, Arreola me entregó una respuesta, a manera de cuentos. El vocabulario si es necesario. Es el que permite ese ritmo curioso en sus frases, que sólo se capta al ser leído en voz alta. Es como ofrecerte dos opciones, o me entiendes o me cantas. Sus cuentos son el trabajo de una persona que ha escuchado su entorno y ha leído con amor y con gusto. Mejor aún, sabe plasmarlo una letra con otra, como un hilo entretejido que te sorprende con toda una tela al final. No son una presunción, no están escritos con el objeto de sorprender a un lector ignorante. Al contrario, están escritos como una invitación a su lectura.
Y no es necesario decirlo, pero la imaginación de Arreola es desbordante.