Te escuché, aún con el ruido de los audífonos. Por la comisura de mis ojos, miré tus movimientos de lado a lado en la habitación. Llamabas mi atención, exigías respuestas. Cuando haces eso, te vuelves torbellino y relámpago, y en tu cuerpo, es como si escribieras todas las dudas que tienes de la vida, del amor y de tu boleto de lotería. Andas como gallina descabezada, moviéndome tus alas y llenándome de tus plumas a ver si la tengo. ¿Y qué crees? Que no es así. Me hago piedra, sólo así te quedas quieta, sólo así el mundo se queda quieto. Si me tocas te mueres, ni se te ocurra. Hace tiempo que no te conozco y ya no te quiero conocer.
La piedra mira más de lo que escucha, es cierto. Y observándote, dudas de mi existencia y dudas de la tuya. Repetimos el ciclo. Te encontrarás haciendo las preguntas más absurdas y las que más sentido tienen, entrelazadas unas con otra, repitiéndose tantas veces que pierden coherencia y se vuelven tan sólo palabras. Tus pensamientos generan una falsa dualidad que me estremece por su ternura. Me obliga a mecerme. Anda… hazte aire, que yo soy piedra. Muy adentro es lo que cuenta–: la firmeza, la dureza, mis venas que penetran tu aire entumido. Son las que te mueven el centro y licúan el líquido en tu interno para que existas, para que seas. Tendrás mas valor que yo para darle a cada cosa su nombre, yo me contento con blandir mi vara mágica, mi espada sagrada, mi vara podrida y te sonrías. El aire no mueve la piedra.
Los mandamientos están escritos por las manos de Dios, en mi frente y en mi tras. Y ahí, has tachado los que no te gustan y agregado los que más quisiste. Haz pulido la piedra, a medida de construir la estatua y re-des/hacer lo que ya estaba hecho. Cuando me releo, no me entiendo ya… estoy en otro idioma. Y lo que has querido, por lo que tanto preguntas, no lo comprendes ya que lo tienes. Nunca estarás conforme con tu piedra del río, con la aparición mágica de las manchas que tú misma salpicaste. No es justo, no es justo que te preguntes quien soy… cuando sabes que soy tu verdugo redentor.
La vida se me hace puntos y símbolos y letras que ya no entiendo y demasiados signos de puntuación y ¿qué son los signos de puntuación? En mi interior se concentran todos y siento un repentino deseo de explotar por dentro, de gritar desde el vientre hasta mi cerebro que se detenga… (afuera, soy piedra). Es insoportable serlo todo al mismo tiempo. Es una aberración. Es una violación consentida. ¡Déjame mirar! ¡Déjame mirar que ya no escucho! Que el viento deje de empujar, porque nunca logrará moverme la piedra… Pandora jamás abrirá su caja…
Ya que se vaya…
Ya que se vaya…
Ya soy sonido, soy piedra, soy explosión y furia. Ya lárgate, que esperas. Mi peso llegará al centro mismo del infierno. Se abrirá la tierra y me tragarán las llamas del averno. Recoge tu ropa, que ya no te quiero ver aquí y no quiero escuchar más sinrazones, sin sazones. Vete bailando, apostando, sonriendo o chillando. No te quejarás más de mis sonidos, ni del peso de la piedra sobre tu cuerpo liviano. Hola… hola. Mañana podremos presentarnos de nuevo y con dulzura y delirio escucharé tu nombre de nuevo. Vete corriendo, tírate por la ventana, juega a dar vueltas en el aire con tu vestido nuevo. Espiral de luces y de viento, siempre girará alrededor del sólido núcleo. Me estremece tu ternura y el juego de tus labios, que humedeces mi glande sacando tantito la lengua y sonriendo coqueta, que ya te vas y te despides y yo explotando, explotando por dentro. Piedra hueca, roca vacía. Solo. Sólo estoy lleno de ruido interno.