Kayla está en el cielo y en el infierno, porque Kayla está en el vertical y en el horizontal. Kayla está en el pasado y en el futuro. Kayla es Dios. Ella con sus manos le da forma a todo, con sus ojos le pone los colores, con los dientes hace que exista y con los pies tan sólo se dedica a bailar. Existe entre vacíos y limbos y las etapas existenciales del hombre. Si lo dudas, Kayla lo sabe y si no lo crees, es porque Kayla así te hizo. Se divierte escuchándonos rezar y de puro antojo, cumple uno que otro milagrito. Y también, Kayla es el mismo Diablo… se pone un vestido de llamas que le cubre todo el cuerpo y unos cincuenta metros más allá del cielo, y juega a que es una malvada. Algunos saben que ella fue antes del primer hombre, porque ella les dio la inspiración divina para que así lo creyeran.
Ella mira a sus hermanas. Salta de universo en universo, abriendo puertas de paralelo en paralelo. Kayla se mira así misma y se asombra. A veces extraña ser tan poquito, igual que esas hermanitas que tiene a lo largo y a lo ancho de aquello que esta más allá de lo que podemos comprender. A Kayla no le gusta el hubiera, para ella las cosas son o no son y claro… eso piensa ella, porque ella ha existido desde siempre… tal vez si creyera que algún día podría morir, es entonces cuando maduraría de golpe y destruiría uno que otro universo.
Nada de eso importa, piensa Kayla y pienso yo. Ella, mientras duerme un poco en alguna estrella de la Via Láctea y yo, mientras la invento estando sentado enfrente de la computadora. Que duerma Kayla –Hasta mañana, TT–, que duerma muy bien… para que así, podamos dormir nosotros –Duerme bien, mi amor–.