So… viernes en la noche, si… es viernes en la noche.
Los cigarros ya subieron a diecinueve pesos, según el Superama. El señor de la tiendita no tardará en subir el precio. Un galón de leche Lala cuesta treinta y un pesos –Superama– y si es La Suiza, sale tres pesos más barata. El pan de caja, sale en quince pesos y que me laven la ropa, entre cuarenta y cincuenta pesos (porque he estado llevando menos ropa a lavar). Una coca de seiscientos sale en seis pesos, en el Oxxo cuesta seis cincuenta. Un kilo de duraznos –Superama– sale en veintiseis pesos y dos kilos de mandarina –Mercadito–, me costó doce pesos. Comer con Mary cuesta treinta pesos (siete pesos más, si pido refresco) y en la escuela, el precio varía: tacos de canasta doce pesos, torta de milanesa con quesillo dieciséis pesos. Los cigarros ya subieron a diecinueve pesos.
No hay trabajo en Carrillo Casting, llevamos un mes así. Ya he escuchado varias veces a alguien decir: “De repente nos van a caer todos, uno tras otro y POW POW POW, no podremos dejar de trabajar”. Si, esa era una regla general, cuando no teníamos trabajo durante una semana o semana y media. Han estado cayendo proyectos pequeños que a los dos días se cancelan. Son suficientes para darle fe al optimista o al zángano. Algo esta sucediendo con la publicidad en México. Probablemente muchas agencias de publicidad ya optaron por trabajar en Argentina y no los culpo, allá esta saliendo hasta tres veces más barato. La gente de allá es más atractiva, más europea, más bonita, más comercialera.
Bue, después de todo lo que ha sucedido estos últimos dos años, creo que ya no puedo caer más. Me prometí este semestre (escolar) para continuar trabajando aquí y si la situación no mejora, entonces dejaré este trabajo y le pediré posada a mis tíos. Me amarga un poco ver a tanto chamaco mantenido, con el tiempo de estudiar y presentarse a sus reuniones bohemias para presumir la poesía que han leído y para degustar vino mientras escuchan la presentación de un libro. Me gustaría ser un chamaco mantenido. Después de un mes sin trabajo, me doy cuenta que eso sucederá antes de lo que yo pensaba. Lo malo de eso es que cedería uno que otro placer sencillo, como salir a caminar a las dos de la mañana, recibir visitas, tardarme menos tiempo para ir a cualquier lugar… la Narvarte es maravillosamente céntrica.
No tendría Internet, no mucho… y vaya que el Internet se ha vuelto, no sólo un placer, sino indispensable: en él encuentro muchas cosas concernientes a mis lecturas, incluso libros que no venden en México o que no tengo dinero para comprarlos. No es broma. Si me tuvieran que clasificar, si no tuviera trabajo para pagarme lo básico, sería clase baja. Ni siquiera clase media baja. Que tenga acceso a las herramientas y un poco de educación, que se buscar lo que necesito sin pagar un quinto, es distinto. Mi única meta, ahorita, es esperar esos seis meses y poner mi vida actual en la balanza para hacer otro cambio.
También tendría que abandonar mi independencia.
Sin embargo, terminaría mi carrera seis meses antes de lo que he calculado.
He pensado en conseguir otro trabajo que me pague más, pero eso es una falacia, un trabajo que me pague más pediría un horario de tiempo completo. Me pediría tiempo que tendría que arrebatarle a la escuela y mi carrera, igual que todas, está hecha pensando en hace veinte años. La mayoría de los chavillos que se largaban de su casa y se ponían a trabajar, lo hacían porque era un reto en su juventud, no una necesidad. Además, hace veinte años, o diez, México no estaba tan jodido. Recuerdo a un profesor que nos comentaba que su sueldo le alcanzaba para ahorrar un poco e irse de vacaciones a Europa, cada año.
El sueño mamuco de todo bloggero es que un millonario excéntrico le lea y le regale un millón de pesos porque le gustaron sus escritos. ¿A poco no? Piensen en ello, sería maravilloso que Carlos Slim entrara un día a sus blogs y leyera algo que le gustó, que diga “woooooooooow, me hizo sonreír” y que saque la chequera y en la madre. Por supuesto que es un cuento de hadas, no me miren feo, alguna vez se me ocurrió esa babosada y me hizo reír durante un día en el que estaba bastante estresado. Es obvio que Slim, o cualquier otro millonario, no haría eso… son millonarios (en parte) porque saben reservarse esos impulsos y porque no ocupan su tiempo en leer blogs.
Hablé con la familia de mi padre. Con su hermana mayor, Imelda. El sábado (o domingo) pasado hablé con ella y fue una sorpresa, para ella pues, porque nunca habían negado mi existencia pero pensaban que nunca me comunicaría. Pues… sorpresa, sorpresa. Le di mis números de teléfono para que se los de a él, a ver si decide comunicarse. Me habló el lunes para preguntarme cosas: que como era, que en que trabajaba, que si creía en Dios y después de las respuestas, me dijo que no ha hablado con él, que prefiere hacerlo de frente. Se me hizo tierno su gesto, la sentí como si fuera una tía. Cuando comenté esto con mi familia, la de toda la vida, dijeron que era interesante… la búsqueda de las raíces. Ellos sufrieron lo mismo, a su manera, y con mayor razón no saben que decirme o aconsejarme. Al menos ya cumplí el círculo, eso me tiene una cosa menos en la cabeza… ahora el círculo es de él y lo ha sido, durante veintitrés años… sin embargo, soy tan lindo que ya le dí un lapicito para dibujar lo que falta en él.
Nada más.