Spider sense tingling.

–Spiderman.

Si algo recuerdo de mi infancia es que yo era fanático de los cómics de Spiderman (antes editados por Novedades). Antes de Wolverine, y de Batman (adolescencia), Spiderman me acompañó en la niñez, me enseñó que grandes poderes venían con grandes responsabilidades y también, me descubrió que una situación, por más desesperante que pueda ser, tiene sus destellos de humor. Poseía un sarcasmo muy sutil o una broma boba para romper la tensión. Peter Parker me señaló, también, el camino del antihéroe cuando en sus cómics aparecían, muy de vez en cuando, Punisher y Wolverine. Me encantaba como se complementaba con esas personalidades, como Peter Parker/Spiderman podía ser aún más agrio que cualquier anti-héroe. También me encantaban sus múltiples apariciones con los Vengadores, los Hombres X o los Cuatro Fantásticos, y como, de alguna manera, acababa siendo el miembro honorario. He considerado al “amistoso hombre araña” uno de los mejores super héroes por el mayor don que tiene: “la adaptabilidad”. Mientras que los anti-héroes manejan su bondad tratando de no romperla, Peter luchaba por mantenerse íntegro y estar a la altura de la situación.

Esa es la impresión que me daba.

Uno de los tratamientos más interesantes que le dieron a él, y a muchos otros personajes del Universo Marvel, fue el de la trilogía X (Tierra, Universo y Paraíso) por Alex Ross. Era un universo donde un accidente de Reed Richards, provocó una mutación masiva en la humanidad. Ahora todos tenían súper poderes ¿y entonces, de qué sirve un súper héroe en una situación así? Uno de los héroes que más sufrió fue, precisamente, el hombre araña. Engordó, se amargó y decidió no utilizar su traje, porque ya no existía ninguna necesidad. Curiosamente, algo similar le pasó a Wolverine, siendo una personalidad opuesta. Finalmente, personajes humanos escritos por humanos. Si hubiera que cerrar el universo Marvel, lo haría con esa trilogía.

¿Y por qué todo este rollo de Peter Parker? Bueno, porque él fue un modelo que me influenció en la niñez. Tan así, que recuerdo alguna vez que leía como Peter caminaba en las calles y hablaba para si mismo, en voz alta. Me fascinó ese detalle, porque yo lo hacía todo el tiempo. A veces, hablaba en voz alta para aclarar mis pensamientos, como lo hacía él y como a él, la gente me volteaba a ver en la calle. Me acuerdo aún de esos paneles, donde la gente volteaba a mirar a Peter, quien discutía intensamente consigo mismo. Y en el último, aún recuerdo con toda claridad que exclamaba–: ¿Y por qué demonios hablo en voz alta? ¡La gente pensará que estoy loco!

Desde entonces modero mis soliloquios con una sonrisa… ¿Verdad, Bob?