–¿Cuál es la diferencia entre un pendejo argentino y un pendejo mexicano? –preguntó Bob, medio sonreía, me miraba con un brillo travieso.

–¿Cuál? –pregunté cansado.

–La estatura, jijijiji… JIJIJI… JAJAJAJAJAJA.. BWARGHAHAHAHAHAHA.

Llevamos dos horas, donde Bob está descubriendo que lo suyo no es la comedia y lo mío no es la paciencia.

Disculpen ustedes, lo voy a encerrar al baño.