FLCL. Furi kuri. Kuri kuri. Furi kuri. Furi kuri kuri.
Por culpa de Esh-Satril, es el nuevo anime que ando buscando, bajando y mirando. FLCL, según mi mujer, es una locura… y si lo es, aunque para mi, es una belleza visual y musical (a cargo de The Pillows, que quien sabe quienes sean, pero es bastante agradable su música). Tiendo a pensar que la serie esta construida en base a la música en si. No es la música para el anime, es el anime para la música. Salió en el dos mil (Y2k) pero apenas la ando viendo… bleh, más vale tarde que nunca.
Y hoy, no hay de que hablar. O si lo hay. Todo está anotado en oraciones simples en la libreta negra (uhh, the black book). Podría abrirla y desarrollar algo de lo que esta escrito ahí. No lo he hecho porque tengo calor y eso me fastidia. El horario de verano también es una vasca. Súmenle a ello que nos acaba de caer un bomberazo-campaña para una cerveza… pues estoy jodido. Uniendo esos factores, supongo que dan resultado a un post como el del día de ayer y a una apatía en general. Tampoco tengo varo para un helado, y Bob esta tomando agua de la llave. Para eso no hay cura, más que unos buenos días de sueño y de sentirse productivo, o una buena pareja, pero como esa esta a muchos kilómetros de aquí, ni pedo. Estamos completamente jo-di-dos.
Existe un hombre llamado Gonzalo González González (se los juro, estoy viendo el video en este momento), y si eso es preocupante, piensen en los padres que le nombraron. Piensen que esa manía se haya transmitido de padre a hijo… piensen que cada generación, tendrá muchos Gonzalos González González… inexorablemente (su teoría de la conspiración semanal, patrocinada por el Árbol de los Mil Nombres). Yo pude ser Festo Fest… ahora que lo pienso, aunque Festo no es un nombre muy común. Ya sé como se llamará el primogénito.
Que puto calor hace aquí adentro (la sala de edición [tun tun tun])… y aunque ya está nublado allá afuera, ¡aquí adentro es un pinche horno!
Bue… hace dos días, caché a mi cacto revisando blogs hasta altas horas de la noche. En lo que él leía, pues yo me dediqué a hacer algo de tarea. Después me puse a jugar Medalla de Honor. Miré a Bob… el pobrecito ni se inmutaba, bien concentrado el cabrón, chismeando vidas ajenas. Después me distraje, el venezolano gritaba algo así como–: ¡A tu derecha Arma! (Medalla de Honor, Teamspeak) mientras que yo corría, bien campante, en un Estalingrado medio destruido. Uno que otro nazi moría a manos de mi escopeta –¡Utiliza un arma para hombres, pinche Árbol! (Algún cabrón enojado en el Teamspeak). –¡Eeek! ¡Ella me quiere comer! (exclamó Bob en algún momento), le pregunté a Bob qué pex y él regresó a su mutismo. A su lectura relajada. En algún momento, entre las dos, dos y media de la mañana (del nuevo puto horario), volteé a ver su monitor y me encontré esto:
–Quiero una rubia… –dijo Bob.