–¿Dónde estabas cabrón? –me preguntó Bob [el cacto], cuando llegué ayer… o bueno, hoy, pero ayer. Me sorprendió que el cabrón estuviera despierto, incluso, me sorprendió tanto, que no le contesté la pregunta y me pasmé, me quedé mirándole unos dos o tres minutos, de esos que parecen horas, hasta que por fin reaccionó.
–Ni me vayas a soltar una grosería, diciéndome que a mi me vale madres donde estabas porque no es así. Así que desembucha y responde putín, ¿dónde estabas?
–La verdad, estoy sorprendido de que estés despierto.
–Bueno, no me la puedo vivir dormido.
–Ajá –algo esconde el pinche cacto–. En fín, ayer me fui con Mono a una obra de teatro bastante deprimente, por invitación de Caro. La obra termina con una canción bien bonita, igual de depre que la obra, pero como a mi me gustan las canciones deprimentes, a diferencia de las obras, realmente la disfruté.
–¿Y de qué trató? –preguntó, conteniendo un bostezo.
–Cempasúchil, la flor de los muertos, imagínate tú de qué trató.
Bob encogió las espinas y luego entrecerró los ojos–: ¿Y cuánto duró la obra qué tardaste tanto en llegar?
–Pues, a ver mamá –el cacto alzó una ceja y luego entrecerró los ojos, odiame azul, ja–, lo que pasó es que nos quedamos un ratito después de la obra, como Caro conoce a los actores y a mucha gente que montó la obra, pues ya sabes, saluda, despídete, que el cafecito, y luego llegaron unas amigas de ella y directito desde Toluca, bueno no, desde Ciudad Neza porque andan haciendo tests de VIH a sexo servidores, de manera gratuita, así como también andan fomentando, ya sabes, la información del pedo, the big picture, porque aunque lo neguemos los humanos nos estamos muriendo de SIDA, al menos un chingo allá afuera, ¿sabes?
–Muy bien… yo soy un cacto, me vale un pito.
–Ok… bueno, una de estas chavas, (Mariana), tuvo la amabilidad de hacerme un test. Esta bien chingoncito porque te pican, te sacan una gotita de sangre y en diez minutos te dicen si tienes SIDA. Así de fácil, rápido y los resultados, más de noventa porciento seguros. Así que cuando quieras…
–Soy un cacto, te digo que me vale…
–Vale, vale, ya entendí. Por si te interesa saber, no tengo SIDA.
–Muy bien. Me da mucho gusto tener alguien que seguirá echándome agua cada lunes.
–Jeje. ¿Y tú, qué tranza pinche cacto?
–Bob, por favor. Yo tengo la amabilidad de llamarte Agustín, de vez en cuando.
–Ok, Bobporfavor. ¿Cómo te fue?
–Tuve un sueño.
Tomé asiento, me le quedé mirando, quise prender un cigarrillo pero en este sacrosanto hogar esta prohibido. En vez de ello fui a la cocina y puse agua para café, respiré profundamente y cuando Bob miró que me quedé quieto, carraspeó.
–Un sueño. Soñé que dormía en una habitación con cinco mujeres.
–Qué curioso porque… (porque creo que yo dormí en una habitación con cinco mujeres).
–Y que no sólo dormí en una habitación con cinco mujeres, sino que tuve un encuentro del tercer tipo con una de ellas…
–Ahí si, yo discrepo –dije en voz baja.
Bob se encogió de espinas.
–Estuvo rico –dijo él.
–Me imagino –respondí yo–. Cinco mujeres, una habitación y conquistar a una ninfeta, como diría Nux. Creo que las otras cuatro no dormirían o harían de dos, o se quejarían abiertamente, o se unirían discretamente, como esa película de Dustin Huffman, ¿la has visto? Es una película donde la hace de indio que parece gringo y es por eso que no le va tan mal. ¿Si era así o no la recuerdo muy bien? Bueno, el chiste es que un día, se duerme en un tipi, ¿se llaman tipis? Y bien, se duerme con cuatro mujeres y supuestamente, era una profecía el que en esa luna, durmiera con las cuatro mujeres ¿o eran tres? Te digo, con las que hayan sido, y tiene relaciones con ellas y esa noche, engendra un hijo con cada una. Little Big Man, se llama la peliculita, por cierto, y la pasan en el 22 o en el 11, en esas noches que uno no se duerme y supone estar escribiendo, con un cafecito. Explicada así, la película es sumamente machista, ya sabes… pero en la película se ve curioso, se ve profético, hasta parece realismo mágico.
Bob se volvió a encoger de espinas.
–A mi me tocó que fueran muy escandalosas nomás, pinche cacto suertudo. Y luego luego nos dormimos, como niños buenos (más vale, digo). En una habitación con cinco mujeres.
–¿Y el lobo?
–¿Cuál lobo?
–El encadenado de oro, que dormita allá afuera, que cuando llueve las gotas se evaporan inmediatamente, por el fuego de su cabello. El lobo que sonríe suciamente, cuando una vecina se carcajea. El que te ignora cuando sales a fumar, cuando recargas tus manotas en la reja como si fueses un reo.
–Ese lobo.
–¿Sabes cómo se llama?
–Kromg –respondí–, creo que se llama así.
–¿Y qué representa? –preguntó el cacto.
–No lo sé, tú eres el que está en constante contacto con el flujo natural, con el viento, con el aire, con la lluvia y el fuego y la tierra y las piedritas de grava volcánica de tu maceta. Tú dime. ¿Quién es el lobo?