Cuando Almaguer y yo trabajábamos en equipo, en la preparatoria, él solía hacer una lista de pendientes cuidadosamente revisada, una, dos o hasta diez veces. Entonces él usaba dos asteriscos, uno al inicio y otro al final, para definir lo que de veras era importante, lo que necesitaba que notáramos en el equipo. Lo mismo hacía con sus apuntes de historia o con los de literatura universal, lo sé porque él me los prestó alguna vez y tardé en comprender la estrella de ocho puntas que marcaban el inicio y el final de una oración. Leer más.