Son nueve de la mañana, de sábado, y tengo los ojitos de regalo como si estuviera crudo… pero de cafeína, ha de ser, y de la peor: de la supuesta light. Me he levantado temprano porque Du Veth viene a México, específicamente, viene a comprar una computadora porque la casera de Puebla esta en las últimas (y, las veces que me ha tocado usarla, me ha puesto los pelos de punta una y otra). Coño… Esta vez me siento como en Resident Evil, abriendo el ojo lo más que da y despertando en una realidad que no es la mía después de haber soñado con zombies e imbéciles. Hacía mucho que no me levantaba a las nueve de la mañana, de un sábado. O más bien, siempre reniego de levantarme a las nueve de la mañana, de un sábado. Odio levantarme en las mañanas, de cualquier sábado. Que poco a poco me han despertado sin querer: el blog de recuerdos inútiles ha dejado tres canciones de Wilson Pickett y una de ellas esta muy animada. Por cierto, Pickett acaba de morir y ayer leí tres o cuatro anotaciones al respecto… no fue hasta que escuché las canciones que lo identifiqué. Es engañoso para mí, eso de la música… que descanse en paz, pues. A ver… haciendo cuentas, el camión salió a las nueve de la mañana. Dicen que son dos horas de allá para acá, pero a veces los camiones se la jalan y llegan en hora y media. Una vez, no miento, me tocó tomar un económico que llegó en hora y cuarto a Puebla. Esa noche, miraba asombrado a través de la ventana como rebasábamos a las lloronas y los trailers, y los coches compactos. El cabrón iba hecho como alma que se la lleva el diablo y en el hotmail no hay nada, puras invitaciones a puros servicios que nunca voy a usar y olvidar. Ohh… y algo de sexsearch no se qué. No sé porque estoy ahí. Alguna vez habré cometido la pendejada de poner mi mail donde dice: “PON TU MAIL AQUÍ”, porque esos son los gajes del oficio del internet, ya son como la anécdota diaria. Mi hermano nos ha preparado un chocolate en la licuadora y comenta, casualmente, que le desespera no tener agua… porque si, nos hemos despertado y misteriosamente, no hay agua. No voy a poder bañarme y, ayer, francamente no me bañé, porque me había bañado el jueves, y últimamente no soy una de esas personas que se baña todos los días. Panqué con pasas y un poco de chocolate, eso debería hacer el milagro de, finalmente, levantar mi culo y vestirme.

Nueve treinta y ocho. Creo que será mejor que me apure, ya llevo cuarenta minutos tonteando en nada de provecho.