Hace unos días, salí a fumar y miré como dos encuestadores abrieron la puerta del edificio. No me pregunten como le hicieron, si se supone que tiene llave y nadie les abrió la puerta por el interfón. Se metieron y una de las mujeres caminó directamente a mí. Una morena, con el cabello pintado de rojo, como dos años antes de los treinta, no gorda, me miró directo a los ojos y pensé que por mi vicio no podría evitar el contacto inicial que requieren los encuestadores. Lo primero que me dijo: “Hola, ¿Si tienes dieciocho años? Porque te ves más joven”. ¿Me estará bajando la guardia o me estará coqueteando?, pensé un poco ingenuo, si esto fuera una película porno, tal vez podría convertir los espacios entre las rejas en un agujero francés.
–No… la verdad es que ya estoy un poco más allá de los dieciocho –le respondí, haciéndome el ofendido por el comentario, iniciando el mecanismo de defensa para no tener que responder la encuesta–. Oye, no te puedo resolver encuestas porque trabajo en Nielsen (mentira más grande).
Paréntesis: (Si no quieres responder una encuesta comercial, como de cigarros, vinos y coches, sencillamente debes decir que tú o uno de tus familiares trabaja en Nielsen. ¿Qué ej ejo, preguntas? Nielsen es una empresa que se dedica a las estadísticas y recolección de información. Si trabajas ahí, no puedes responder encuestas porque puede que estés haciendo una de ellos (o peor aún, que le des datos falsos a la competencia) y resulte que tu respuesta, pues, esté viciada porque ya sabes el terrible propósito).
La chava se me quedó mirando, parpadeó un par de veces e hizo cara de “Ahhhhh”, como la que hacen la mayoría de los encuestadores cuando les presentas esa fórmula mágica. Se rió y me dijo–: Si, si sé que es Nielsen, he ido a cursos y he visto Amor en Custodia –después me sonrió, tomó su tabla y yo me metí el cigarrillo en la boca. ¿Qué chingados quiso decir con lo de Amor en Custodia? ¿Alguien que mire esa novela podría explicarme por qué la referencia? A una respuesta tan inesperada, sólo me quedó parpadear, fumar, mirar perplejamente a lontananza y escuchar como me preguntaban mi nombre. Agustín Fest. ¿Cuántos años tienes? 24. ¿En serio tienes 24? Porque si te ves mucho más joven. (Ay gracias, ¿eh?) En serio, los dieciocho ya estan muchos kilómetros atrás a la ver… allá, donde estoy mirando.
Me hizo otras dos preguntas muy generales: ¿Qué problemas hay en tu colonia y cómo los solucionarías? Le respondí lo que supongo responden centenares de mexicanos en el D.F: Tráfico e inseguridad. Y sus respectivas soluciones más sencillas: Más vigilancia y apresurar las obras viales. Lo importante de las encuestas es recordar que verdaderamente no requieren tu opinión, sino conceptos muy generales, de esa manera te dejan tranquilo más rápido y de esa manera das respuestas simples que de cualquier manera, desglosarán aún más, para poder dar porcentajes de cientos y cientos y cientos de encuestados. Me asomé a su tabla, ya casi terminaba el martirio, cuando me hizo la última pregunta.
–Bien… ¿oye? De los candidatos que hay para la presidencia, ¿cuál es tu fuerte? ¿Cuál es el que dirías que es tu gallo, así, por el que vas a votar en las elecciones?
Me sentí bien ciudadano cuando respondí–: Eso si no te lo puedo responder, porque se supone que el voto es secreto –me dio las gracias y se fue. Debo reconocer que no le respondí porque no quería que ganara, porque no tenía ganas de hacer la encuesta. ¿Impetu cívico? Nah. Y si les interesa saber… a estas alturas del partido estoy pensando en anular mi voto.