Donde un consiglieri, su servidor, anda desnudo por la casa, a las diez de la mañana.

No es que me moleste la desnudez, para nada. Si tuviera que quejarme sería por el frío, nada más. Mi hermano se fue esta semana a Toluca. Y tengo la buena fortuna de poder caminar desnudo por la casa. Me recuerda a uno de esos capítulos de Seinfeld, donde tiene una novia que todo lo hace desnuda: cepillarse los dientes, arreglar bicicletas, etc. y él se da cuenta que hay cosas que nomás no, no se hacen así porque no se ven estéticamente agradables. Hacer el café, pienso, que es una de ellas. Andar con el “tilín tilín” revoloteando en el aire, mientras pongo un poco de agua a calentar y busco el café soluble, no debe ser buena idea. Puede pasar algo. Puede caerse el agua hirviendo encima de él y quedar como Freddy Kruegger. Puede caerle azúcar y sentirse azucarado todo el día. Y fumar, fumar desnudo debe ser un peligro, ¿qué tal que cae la ceniza en un descuido y se hace una cicatriz? Un segundo ojo. Sin embargo, ir al baño es muy cómodo, al menos para hacer del uno. Pero el dos, es particularmente incómodo: al entrar no hay ningún problema, sin embargo, al salir, por más que se haya limpiado uno, se sentirá irremediablemente sucio. Al menos en mi caso.

Estar en la computadora desnudo, escribiendo, es francamente perverso. Porque no lo acostumbro, digo. Por lo regular, si veo porno, la veo con toda mi ropa. Igual si checo el mail o leo blogs. Chatear con mis contactos, sin algo que cubra mis vergüenzas y mis triunfos, me provoca un estado de incertidumbre muy extraño. A veces me levanto y paseo por la habitación, luego por el baño, y encuentro espejos, frente a ellos puedo sumir la panza y parar el culo, sentirme Sanson, aunque la panza es más que visible. Recuerdo ahora, que de niño mi madre me llevó a un museo y una pintura, creo que de tiempos de Velázquez, mostraba a Sanson en un estado de éxtasis mientras Dalila le acariciaba la cabellera y le acercaba las tijeras. Me gustaría recordar de quien fue la pintura, pero era muy niño. Tal vez incluso me equivoque de época. Es ahora que tengo un pequeño relapso, y quisiera recuperar mi memoria, quisiera buscar el museo donde le vi. Tal vez esa pintura estuvo ahí, nada más, ese tiempo. Estuvo específicamente para que yo le viera y recordara… pero de alguna manera la tengo que encontrar, porque hay tantos resultados en google cuando uno busca Sanson o Samson, que me tardaría lo mismo en ambas versiones de la búsqueda. Puede ser que no recuerde la pintura tan bien como creo y que ya la haya visto en mi búsqueda… ¿por qué Sanson me parece tan importante ahora?

Estoy evadiendo sutilmente el tema de mi desnudez… Si quisiera hacer eso, puedo hablar de lo que soñé hoy: Con un cienpiés de plástico que caminaba sobre mi pecho, con un alacrán de plástico que paseaba por ahí, con un hámster del tamaño de una rata de alcantarilla. Soñé que no le tenía miedo a los bichos, que podía sostenerlos y aventarlos, pero algo en mi sueño, tan necio, me obligó a recordar que si les tenía miedo, entonces le pedía amablemente a mi hermano que los alejara de mí. Él entonces ponía el cienpiés en una bolsita de plástico y lo metía en una caja–. Es que estoy juntando bichos, para un experimento –sin embargo, aplastó al alacrán de plástico amarillo con sus botas y se fue. Mientras tanto, yo me acerqué al baño, y ví como se asomaba de la taza un hámster con el tamaño (y la cola) de una rata. Cerré la taza y miré como la cola del hámster, que más bien era la de una rata, una cola enorme como de medio metro, se asomaba por la rendija y se movía despacio como la de una serpiente. Le dije a mi abuela, porque en los sueños los muertos viven, que iba a necesitar ayuda porque una rata estaba en el baño, que alguien iba a tener que ver que no se me escapara. Mi abuela mandó a mi hermano otra vez y cuando vio la cola de la rata, se espantó y huyó. Suspiré largo y tendido, acerqué un costal y abrí la taza. La rata/hámster cayó directo al costal, me fui a la entrada de la casa y la dejé ir. No entiendo por qué, en mis cinco, seguramente la hubiera matado.

Después soñé que estaba prisionero y con mis amiguitos, intentaba escapar. No fue algo tan sofisticado. Fue algo más bien con el estilo de animación de los picapiedra: pies grandes, hombres de rasgos duros y caricaturizados, voces graves. Y todos teníamos un sombrerito, como la logia de los búfalos mojados. Estuvo mierda ese sueño.

Creo que mejor iré a jugar, aún estando desnudo. El control tiene una fascinante función de vibrador que no puedo dejarla pasar.