…prefiero las tardes dominicales, o los días lluviosos, igual que modelito gringa de Penthouse. Nada más me faltan los perritos con cara triste para sentirme pechugona e idiota. Creo que las tardes de domingo son ideales para irse a un parquecito, con una libreta, y empezar a escribir un diario o solamente admirar a la gente que pasa. También, son perfectas para quedarse tumbado en la cama y sobarse la panza, simplemente mirando el techo. El domingo, no es de ninguna manera, para salir a pasear. Al menos no antes del mediodía. Hay quienes dicen que los domingos, después de la misa, sirven para hacer el amor todo el día y toda la tarde, en la noche para comer un poco y tal vez dejarse llevar por el sopor, para después volver a molestar a la pareja con esas ansias adormiladas. En mis domingos de la Narvarte, me dedicaba a pasear por los camellones y los parques, por sus Cumbres Maltratadas y su Xochicalco.
Los domingos son para un poco de arrepentimiento y llorar un poquito por el pasado. Los domingos son una redención por la semana y por los años vividos.
Recordaba ayer, mientras capturaba números y piezas, que cuando el trabajo en casting me hartaba, me salía a caminar y a veces, terminaba por comprar un six pack de cervezas. Siempre cuento la misma historia: pasé una etapa de desmadre que me duró como ocho meses, donde todos los días era salir al mediodía de la escuela e irse a un antrucho, un bar de mala muerte o a casa de alguien, y salir a las ocho o nueve de la noche de ahí. Mi día cumbre fue una vez que me bebí cinco caguamas (no sé si completitas, pero si conté las botellas) y me encontré tirado en casa de no se quien. Pero hablaba del six pack: en ocasiones especiales, si el trabajo era muy pesado, me hartaba e iba a comprarme uno de Tecate, o de Lager. No me las bebía todas, por lo general las repartía entre los que nos quedábamos y con ello terminaba por sentirme más tranquilo. El trabajo entonces se convertía en un domingo, donde la noche se volvía día y los rostros de los modelos se convertían en mi diario, o aquello que observar mientras uno deja pasar el tiempo en el parque.
Por cierto, México ganó contra Irán, 3-1. Me emocionó el segundo tiempo.