Because I’m easy come, easy go, a little high, little low, anyway the wind blows, doesn’t really matter to me

–Bohemian Rhapsody, Queen.

Hoy me avisaron que la chamba de corrector de estilo ya no se hizo. En fin, oportunidades vienen, oportunidades van. Mi economía tendrá que esperar un poco más para reactivarse. Sin embargo, hay otras chambitas por ahí que al menos me permitirán abrir una cuenta de débito (ya no en HSBC, por su ridículo costo por todo). ¿Alguien sugiere un buen banco? He estado pensando abrirla en Banorte, pero quien sabe, tengo que pensar en ello. Existe la remota oportunidad de dar un taller de blogs en otro estado, si se da, sólo serían los viáticos, pero creo que la experiencia y la diversión lo ameritan. Existe otra remota oportunidad de diseñar y darle mantenimiento a un blog. De diseño no se mucho, solamente se mover colores, cambiar cosas sencillas, los tags, estructuras, programación… pero tampoco me haría daño hacerlo, al contrario.

Son remotas, pueden no suceder, pero aún así me tienen animado.

No sé como empezar a escribir, después de todo, es el primer post después de un nuevo diseño. Usualmente cambio el diseño cuando siento que algo cambió en mí. Es una mamada, pero así pasa. Esta vez, sin embargo, lo hice por necedad y por aburrimiento. Creo que no hay nada importante detrás de ello. Espero. Porque si lo hay, quiere decir que estoy ignorando algo que, de cualquier manera, esta sucediendo. Tengo muchas cosas por hacer, tengo que terminar el librito de cuentos, tengo que poner los títulos aleatorios, tengo que leer varios libros pendientes, tengo que seguir escribiendo fotocuentos. Y digo tengo qué, porque me gusta comprometerme con ello. Finalmente, estoy muy satisfecho con como quedó el blog, probablemente no le moveré hasta dentro de otros seis meses. Puede ser que hasta dentro de un año. Es curioso como uno se encariña con estas cosas y acaba afinándole detalles, pareciera que eternamente, como si de veras ofrecieran algo más que un entretenimiento espontáneo, o un escape rápido. Una válvula de escape.

Si escribo de mi vida, tendría que hablar de política, porque eso es la vida de todos los mexicanos últimamente. Mi hermano, en la semana que estuvo en Toluca, se empapó de televisión y de spots políticos. Después de contarme los comerciales que han estado sacando, donde se tiran mierda los unos a los otros, acabó por decirme que él votaría por López Obrador. Su decisión basada meramente en la publicidad. Es una decisión primitiva e inmadura, pero… lamentablemente respetable porque es el nivel de decisión político de la mayoría de los mexicanos. Lo que él miró a través de esos spots es como el PRI y el PAN trataron de desacreditar a toda costa a López Obrador y solamente por eso, a sus quince años, decidió votar por él. Es una decisión idiota, si, y me tardé un rato en abrirle un poco el panorama político explicándole cada cosa, cada partido y cada ideología. Un poco de historia. Sin embargo, la decisión de mi hermano también es una decisión “noble”: Vota por el tipo al que están jodiendo, por algo lo quieren joder, por algo lo quieren tirar, si no lo quieren es porque le tienen miedo.

Hoy me dejaron publicidad de López Obrador en mi casa y me dio un retortijón en el estómago. Varios de los vecinos son PRDistas. Algún brillante, en el edificio catorce, puso una manta que cubre las ventanas de cuatro departamentos, haciéndole promoción al perredista que se postuló como delegado en Álvaro Obregón. Las calles están inundadas de campañas políticas, de gente “bien”, vestida de blanco y azul, entregando papeles en las esquinas, codeándose con limpiacoches y tragafuegos por igual. De igual manera, los papeles y la publicidad estan por todas partes, sin embargo no es tanta la gente que se queja, de alguna manera México esta conociendo la importancia de tener una ideología política, de alguna manera se están quejando menos de la basura en las calles porque han descubierto que tienen ideas. Hace dos sexenios, las quejas no se hubieran dejado de lado, porque se daba por sentado que el PRI iba a ganar. ¿Para qué llenar de basura las calles? Hoy, sin embargo, los anuncios de los pederastas, de los corruptos… se van desfigurando poco a poco, se van haciendo polvo. Algunos ven con gusto los colores de su partido, algunos hablan con desconocidos en las calles, para decirles cuál es el voto correcto, algunos planean, leen, se informan, o tiene una decisión noble y pendeja, porque esto apenas empieza y es un error común votar por el que tire la mejor mierda en televisión.

Sin embargo… es la primera vez que siento que no es un error válido.