Chiquitibum, a la bim bom bam, a la bio, a la bao, a la bim bom bam!

Como no tengo nada que escribir, he decidido abusar de las búsquedas que me traen google y yahoo, y por alguna misteriosa y extrañísima razón, los dirigen acá cuando buscan a aquel ícono pop ochentero, Mar Castro, mejor conocida como la Chiquitibum. En mi experiencia personal, puedo decir que hay tres cosas que recuerdo del mundial 86, a pesar de que tenía cuatro años: El Pique, Los comerciales de Cerveza Carta Blanca y por supuesto, a la Chiquitibum. A mis cinco años eran mis inicios a los vicios: los juguetes (aún recuerdo que tenía una figurita del pique bien chingona), a las mujeres y a la bebida.

album-panini-mexico-1986-1-728

 

Otra cosa que recuerdo de aquella época, eran los sombreros puntiagudos y la tipografía que utilizaron para el mundial. Es por eso que hay unos papeluchos por las calles que a veces me sacan de onda, porque recuerdo claramente la tipografía como algo de mi infancia. También, cuando visité Colima hace algunos años, y vi los espectaculares de Cerveza Carta Blanca, sentí que estaba sufriendo una regresión a mi infancia. Muy mamones, dirán que el dejá vu es un error de la Matrix, también es algo que pasa cuando la publicidad esta muy bien hecha y años después, los publicistas ya creciditos te traen las mismas imágenes. También es cosa de los creativos más chingones de ochenta y tantos años, quienes deciden reciclar porque es algo que funcionó. Algunos se sorprenderían de ver como comerciales que se hicieron en los cincuentas siguen aún vigentes.

mar01-400 (Large)

 

Como han pasado los años… mi querida Chiquitibum, y tan buenona como siempre.

No sé que tanto habrá influido la Chiquiti Boom en mi infancia. Ahora es que me pongo a pensar en ello, tal vez el bombardeo publicitario haya definido mi gusto por las mujeres blancas, de cabello oscuro y rizado. Puede que, incluso, si alguna vez veo una mujer con el cabello rizado y voluminosamente ochentero, empiece a babear incontrolablemente. Ahora que lo pienso, también me hubiera gustado beber una Carta Blanca, pero nunca se dio la oportunidad por su nula existencia en el mercado chilango. Este tipo de nostalgia, a pesar de su carga sexual y de la venta del vicio, te hace pensar en tiempos mejores. Después de todo, aunque le veíamos las tetas a la chiquitibum, el mundial del 86 estimuló la felicidad, la alegría mexicana. Cositas como el pique, en camisetas, juguetes y spots publicitarios, las calles llenas de sombrerotes y de rostros manchados de verde. Los amigos reunidos, tomándose las cheves durante el partido, con las botanitas y la esperanza de que México ganaría en su propia casa. ¿Quién puede olvidar que todos los niños queríamos ser Hugo Sánchez?

Y tal vez fue donde los argentinos nos ganaron un poco de cariño, porque allá lejotes, allá en el sur, en las calles solamente se escuchaba el nombre de Maradona como el gran jugador de Mexico ´86…

Ligas: