Fest se ha retrasado 6,400 palabras de la novela. Tiene varias opciones como: dividir esas 6,400 palabras en el resto de la semana, o el resto del mes. Sentarse de una buena vez y cubrirlas todas. Dejar de escribir la novela. O tal vez, escribir la novela a su propio ritmo. Todas parecen buenas opciones, desde dónde se le vea… pero prefiere terminar la novela y cumplir el reto del NaNoWriMo. Total, ¿qué es lo peor que le puede pasar?

Sabe que continua en el texto, pero duda que eso se pueda extender hasta 6,400 palabras y después de ello, tendrá que funcionar bajo su nuevo sistema de lo inverosímil. Para esta novela, lo que se le ha ocurrido, es que cuando se atora escribe algo que se supondría es totalmente inesperado. De lo que ya tiene planeado escribir, al menos tres de esos sucesos pasan de nuevo. Sabe que eso es más diversión que seriedad a la hora de escribir… pero…

le gusta.

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Tuvo un día muy extraño hoy.

Se molestó y discutió con su hermano, porque este perdió su portafolio de dibujo técnico. Se han sabido casos donde se pierden calculadoras, cuadernos, lápices, hermanas… pero… ¿un portafolio de dibujo técnico? Todo pasó cuando su hermano le dijo:

–Ha sucedido algo increíble… he buscado por toda la casa y no encuentro mi portaláminas.

Fest habrá parpadeado durante un largo rato, habrá medio procesado la información, después suspiró y le preguntó a su hermano.

–¿Dónde lo perdiste?

–En la casa…

–Evidentemente no ha sido en la casa… algo tan grande no se puede perder. Puede ser que lo hayas olvidado en la escuela, o que lo hayas olvidado en el camión. En ambos casos, la oportunidad de recuperarlos es casi nula.

Su hermano se quedó callado.

–Si alguno de tus tíos llega con tu abuela, a tu edad, y ellos hubieran dicho algo como: “Perdí mis escuadras, mi regla T y mis láminas de dibujo”, definitivamente los hubieran madreado… ahí se fueron al menos, unos cuatrocientos varos de material, lo suficiente para comprar… ummm… ocho kilos de bisteces, tal vez más –dije–. A ti sencillamente te vale madres. No cuidas las cosas porque como hemos dejado atrás la edad de piedra, y tienes alguien que te lo compre… pues ya no estas en pedos, ¿no?

La discusión siguió en esa línea durante un par de minutos. Pensándolo bien, no fue una discusión, fue un monólogo y hermano salió perdiendo porque Fest puede ser muy hiriente cuando quiere. La abuela lo hubiera agarrado con un cinturón para que no lo olvidara. Fest piensa que las palabras correctamente empleadas, pueden ser tan duras como un cinturón. Aunque también cree que las marcas de un cinturón, de un golpe o una nalgada, eventualmente se borran con el tiempo… pero las palabras hirientes, uno es capaz de recordarlas siempre, en el momento menos indicado, en el momento que todavía duelen.

Se calló un rato e hicieron tregua, quedándose en silencio.

Más tarde le llegó un mensaje al celular con una invitación a un examen profesional. Ariadna, su amiga, y su compañera de generación, presenta su examen este viernes. Miró el mensaje durante un ratito… le dio vueltas al celular, e inmediatamente le vino a la mente que él también podría estar graduándose… de no haber tenido tantas dificultades, o de no haber recibido la onda de choque de problemas que ni eran suyos… suspiró un poco molesto, sabía que estaba siendo egoísta. En algún lugar, escuchó una voz en su cabeza que le dijo:

–Pues sí… pero esa fue tu vida y hoy es distinto.

Lo dejó ahí.

No se puso neurótico, ni por lo de su hermano, ni por entender que su vida había sido distinta. Más bien, se puso a pensar que camisa podría ponerse para estar presente y prometer que dejaría el egoísmo para otro día. Lo de su hermano… pues el material se arreglaría con dinero. Finalmente entender la prudencia para cuidar sus cosas, tomaría años y otras experiencias. Quien sabe. Las cosas que se enseñan con palabras hirientes, o con nalgadas, uno acaba por rechazarlas cuando crece. Las únicas experiencias que de verdad se aprenden, son los putazos que se da uno mismo frente a una pared. También así es con los triunfos que logra uno por sí mismo.

Sí… tal vez.