Pues tenemos nuevo presidente. En años anteriores, cuando sabíamos que entraría otro priista al poder, la gente adulta pensaba inmediatamente que este sería otro día para descansar y tomaban de manera muy superficial cualquier cosa que el presidente tuviera que decir en su toma de protesta. Protocolo nomás, salgamos a pasear. Hoy, aunque se presentaba un puente maravilloso dónde era posible salir a vacacionar, la gente estaba expectante y curiosa por cualquier cosa que pudiera pasar. ¿Permitirán a Calderón que tome protesta? ¿Dejarán que Fox esté presente? ¿Los perredistas ahora a dónde van? ¿Por qué el PRI tan calladito? Preguntas dignas de una trama telenovelera, o un teatro de fin de semana. ¿Es para sentir vergüenza? No lo creo. Si lo hacían los griegos, ¿por qué no hacerlo nosotros? El país cada vez esta más consciente de sus voces divididas, y aunque lo mejor es la búsqueda de un diálogo que permita a estas voces convivir en paz, primero tienen que gritar lo suficiente para dejar bien marcadas sus diferencias. Somos un país democráticamente joven.

Estaría dispuesto a darle una oportunidad a la izquierda, y votar por ellos, siempre y cuando me trajeran un candidato sensato. Eso no pasará hasta que los partidos maduren políticamente, hasta que hayan tenido una buena oportunidad en el poder, y eso, además de robarse el dinero, incluye demostrar los beneficios que le dan a la nación. Es cierto que mucha gente votó por Obrador, pero otros miles, millones, no votaron por él sencillamente por las obras inconclusas que dejó con el segundo piso y otros puentes, no votaron por él por los rumores que hay de que aprovechó su gobernatura para quedarse con un par de lotes baldíos a la fuerza y también, por la preferencia a ciertas empresas que beneficiaban a familiares y/o amistades, en la construcción de las obras. López Obrador, me decían, se portó como todo un tabasqueño: ¿Quieres ganar votos? Gasta el dinero en algo que se vea… ¡Un puente! Hubo gente consciente de ese lado oscuro del mesías. Así como Calderón tiene sus cosas, desde los préstamos que se autofinanciaba para pagar su casita hasta el famoso rollo Hildebrando, que nunca quedó del todo claro. Ganara quien ganara, no tendríamos un presidente con las manos limpias, eso esta claro. Cualquier posición de poder, que permita torcer las leyes y conseguir un beneficio, es demasiado como para no tentar a un hombre o para que otros no manipulen a ese hombre para conseguir beneficios. La gente no es estúpida, sabemos que el presidente aprovechará esa posición de poder. Sólo debe recordar que después de todo, una mayoría de gente lo llevó a ese trono.

No se necesita un santo. El país no necesita eso. Se necesita un hijo de puta, con los huevos para obtener el mayor beneficio para todos. Un cínico, que sea capaz de decir–. Ok, me llevo esto… si ustedes me permiten hacer esto. Alguien con dones de diplomacia, una persona joven y ambiciosa. ¿También, ideal? Nah, el PRI le puso una cadena de sumisión a la puta y la encerró en una habitación durante 70 años. Esa es mi impresión después de escuchar a gente en las calles, en los bancos, en los transportes públicos, en los taxis.

Si, algo así. Esperemos que lo que sucedió hoy… continúe transformando la dinámica de esta nación. Una dinámica que promete ser interesante. Vienen cambios. Si Fox sirvió para cambiar el destino político de la nación, Calderón servirá para definir ese político y el siguiente presidente, izquierda o derecha, habrá aprendido de sus antecesores a que debe lograr una cosa, una enorme cosa, antes de llevarse un piquito, o le negarán las visitas a Australia para ver a su hija.