Me dijeron que le gustaban los tríos, así que estoy considerando llevarle uno… que le cantara despacito, algo así como: Urge que me despierten con un beso enamorado, que me devuelvan el amor que me han robado… porque también tengo derecho de vivir. Es una canción excelente para declarársele a alguien… si, ja, un poco urgida… pero así me siento respecto a ella. Ahhh, si ella supiera que esa canción la escuché en la placita, cuando ella caminaba con un vestido amarillo y una rosa blanca en el pelo. Paseaba con sus padres, se detuvo en un puesto de helados y pidió uno de vainilla. No le he confesado mi amor, pero si tuviera que hacerlo, lo haría con esa canción. Porque… ¿saben? Mi corazoncito hace pum pum cuando ella esta cerquita. Me ganan los nervios.
Lo más cerca que estuve, fue cuando le ofrecí un chicle, mientras ambos contemplábamos los cohetes en la feria. Se rozaron nuestras manitas durante tres segundos pero es más que suficiente para que se me ponga la piel chinita acordándome de ella. ¿No me creen? Miren, miren… chinita, chinita, como los pelos de un gato abusado. ¿No será muy derecho llevarle el trío, y permitir que ella me descubra? Ya me imagino, todo un idiota sonriente y lelo, al pie de su ventana. ¿Qué tal si me recuerda como el tipo de los chicles nomás? Eso me metería en un gran problema, con ella y sus papás. ¿Si tiene novio? Ahhh, si mi padre viviera, vendría y me diría–. Las cosas hay que cantarlas derechitas mijo –derechitas papá. ¿Qué hay más derecho que un trío cantando urge? Creo que es más derecho hablar con ella, o seguirla observando un poco más, no hay daño en observar… sólo mi corazón, que se marchita un poco más cada día. Se solucionaría tan fácil hablando por teléfono con Los Chachos. No pierdo nada, creo… sólo que me pisoteé, que me humille, que se ría de mí… no hay nada peor que la incertidumbre, un rechazo de esos puede durar muchos años en el alma.
Ahh, que me diga que me quiere, que no desprecie mis palabras, que no sea ingrata con este corazón. Pensando en ella, de reojo la miro caminando. Pareciera que la invoqué con tantos pensamientos. Muchísima suerte, tal vez debería aprovecharme y decírselo. Cantárselo ya, de una vez, a chingar a su madre, nos jugamos el mundo y los próximos diez años de vida sentimental. ¿Si o no? No, no, aguanten… viene con otro chavo. A la madre, ya sabía yo… tiene novio. Viene con otro chavo… y otro chavo. Con dos. Esta con dos cabrones. ¡Los acaba de besar! ¿Qué puta madres? Mi corazón se acaba de hacer así, y me dijeron que le gustaban los tríos… Oh… ¡OH! ¡Qué pendejo! Esto es terrible, me cae… se sale de mis manos. Esperen… ya, esperen… ¡Esto se arregla muy fácil!
Sólo tengo que hablarle a un cuate…
Foto: El Portero.
Este cuento forma parte de los fotocuentos que escribí en este blog.