La paciente continua escribiendo en su mano: “Busca en las estrellas, ahí siempre estará Orión para protegerte”. El progreso es favorable. Ya no se corta y rasguña con objetos (su deseo de hacerlo, ha sido reemplazado por la frase… aunque ya no hay daño físico, todavía existe la dependencia)., puede mantener un trabajo y ha mejorado mucho la comunicación con otras personas. Se ha comprado un perro, le llama Orión y los videos muestran que ha podido mantenerlo. Aún debe seguir bajo observación, faltan por conocer efectos secundarios en los nuevos medicamentos”.
Me pregunto, ¿ella qué piensa cuando me ve? Es difícil tener dos voces, la he visto hablándose cuando se lava los dientes frente al espejo y la otra esta callada, mirándose los ojos. Se repite que debe ir caminando al faro cuando lo ha hecho cada tercer noche. Toma asiento en las escaleras, con el frío y mira las estrellas. Escuchamos juntas las olas golpeando las piedras. Un hombre nos sigue y nos observa sigilosamente, casi siempre lleva un café caliente en las manos y una bufanda sostiene su naríz roja y grande. Las cámaras le siguen mirando, desde que se desnuda hasta cuando se aplasta en el sillón y lee sus libros. Los cheques de su padre siguen llegando. “Mira Orión”, le dice al perro, “allá estas tú y cuando te mueras, alcanzarás esa parte que te abandonó… ¿me protegerás allá arriba? Porque nunca voy a estar completa, un pedazo de mí se quedará aquí, en esta tierra, para siempre”. Saca las pastillas de un bolso de su chamarra, se pone dos en la palma de su mano y se las traga con la ayuda de una botella de agua. Las olas chocan y las estrellas continúan vigilándole en el cielo.
La paciente trabaja muy duro para tener una vida normal. Insiste, todavía, en sus personalidades divididas y la realidad distorsionada. Una colega, un poco harta, mencionó que sólo lo hacía para molestarnos o para probarnos. No creo que ella sea muy profesional, Trejo ha dicho que busca cualquier excusa para sacarla del proyecto. Cuando los días son muy malos y no para de llover, suelo creerle y pierdo cualquier valor ético en mi trabajo. Insulto a la paciente en silencio.
Nada es normal, no al menos de mi perspectiva. Sé que cuando un hombre mira aquella lámpara azul sobre mi buró, después de que ella se acuesta con él (necesitada de afecto, de los fluidos de otra persona, de un cariño falso y pasajero), él sólo mira la lámpara y no piensa nada más. Cualquiera, quien sea, se avienta contra el colchón, mira el techo, dice las frases obligadas y si es fumador, apesta el cuarto. Nosotras nos volteamos y miramos al buró. Nuestra lámpara es el universo contenido, un personaje de ficción que siempre nos ha perseguido y se prenderá en cuanto encontremos al hombre de los sueños, aquella parte nuestra que continua vagando por el mundo, esa que se quedará en la Tierra y no moverá un dedo, porque sus raíces siempre estarán aquí, se hará polvo con el polvo, árboles nacerán por las semillas y las lluvias, y tan sólo mirará al cielo, deseando, siempre, que Orión le siga cuidando y vigilando. Ella se acuesta con los hombres para que los estudiosos, anoten que tiene una vida normal, que se esta adaptando y esforzando, pero en el corazón, dónde hay un vacío camuflado, conocemos la mentira. La lámpara la compró su padre cuando la llevó en un viaje al faro, la cargaba en sus hombros y ella, siempre intimidada por las grandes construcciones de una ciudad y sus habitantes ásperos y muertos, acabó simplemente enamorada de que existiera un lugar dónde el aire escurriera como el agua y las gaviotas hicieran un escándalo gutural, que reverberaba en las cavernas de su alma… su padre compró la lámpara, un recuerdo… un azul que la arrastraría inevitablemente a vivir cerca del faro, mirar las estrellas, comprarse un perro. Una lámpara, cuyos ojos se encenderían cuando ella encontrara aquel vagabundo… nuestro ser completo.
Ella se acuesta con un hombre diferente cada dos o tres semanas. Los hombres no duran mucho, por su personalidad tan hermética. Es asombroso de cuántos se enamoran de ella… amor o infatuación. Algunos pensamos que es lo mismo. Yo tampoco he podido evitarlo, es fascinante como la paciente se ha convertido en una especie de muñeca de porcelana, con los ojos enormes, la piel blanca y el silencio perpetuo. Sus ojos esconden algo, y aunque, con la práctica, he aprendido a leer todo tipo de emociones, sensaciones, mentiras… ella esconde todo de manera perfecta. ¿Serán las medicinas? ¿O es la ventaja de las personas en su interior? He visto los videos muchas veces… los días buenos, no puedo dejar de mirarla
La persona que me entrevista es muy educada, aunque no entiende muchas cosas. Puedo ver su mirada, como frunce el entrecejo, cree que haciendo los ojos chiquitos me descubrirá desnuda. Seguro lo ha hecho tantas veces más, a través de las cámaras o los videos, o usando su limitada imaginación. El hombre esta demasiado consciente de sus límites: No imagina por ejemplo, que su pluma y su bloc de notas, sostienen otras vidas por imaginar y no permite dejarlas salir. Lo entiendo un poco, porque si lo hace, podría perder el control y algún médico que lo notara, lo sometería a tratamiento, le daría medicinas que alborotaran sus hormonas e hicieran que le cayera mucho cabello en los días que quiere gritar. Dentro de él viven muchas personas, así como pasa conmigo y con ella. Estoy tentada a pensar, que también sucede con el perro. Necesitamos tantas vidas cuantas sean posibles hasta encontrar a nuestra persona, aquella que nos arrulle, que nos acalle, que no mire el techo sino mire la lámpara de papá, por fin prendiéndose, para iluminar nuestras noches de desvelo y platicar cositas estúpidas, antes de dormirnos. Pero él se quedará en la tierra, esa otra persona mía, esa otra parte de mí, mientras que yo, probablemente, queriendo conocer a Orión, viaje al cielo de una vez por todas y mire las estrellas en primera fila, no desde los tristes y fríos escalones de un faro.
Las olas continúan rompiendo contra las piedras, puedo seguir esperando, se vive tan bien aquí.
Foto: Orión Flores.
Este cuento forma parte de los fotocuentos que escribí en este blog.