Han pasado menos cosas por mí cabeza. Cosas que eran tan importantes como “quién soy”, “a dónde voy”, “qué quiero hacer”, “por qué existo” y “la belleza del papel de baño…” han perdido algo de encanto. Quisiera creer que cambiaron de enfoque. A veces me pregunto, ¿qué pachó? y no consigo una respuesta satisfactoria. Será porque estoy ocupado produciendo. Será que me he tomado menos tiempo para escribir. O será que gradualmente he perdido el interés en muchas cosas. La vida cambia, el ser humano también, the regular bullshit. El sexo me continua pareciendo hermoso, pero ni siquiera de eso quiero escribir. Me han gustado mis enormes anécdotas laborales, y siento que sólo son relatos… una secuencia de eventos, y que falta algo, ese pequeño toque de ingenuidad. No tengo una vida tranquila, tengo varios problemas, preocupaciones, proyectos… continuo sintiendo, desde hace varios meses, una nostalgia contenida al chavo que estaba alerta a todo y era más sensible a su entorno. Siento que he cambiado y aún no descubro a qué.

Me compré unas bocinas para escuchar mejor la música. He descubierto que las bocinas de cien pesos están lejos de provocar contento cuando uno escucha a Franz Ferdinand por ejemplo. Me animé a instalar el Google Desktop y el PICASA para hacer una organización de mis archivos. Mi pobre máquina después de trabajar ya un par de meses con una MAC, me parece insuficiente, poco práctica, chafita. Luego por eso la necesidad de meterle cosas, aunque la MAC tiene especificaciones más abajo de mi armatoste casero. Ya juntaré para mi laptop, si todo sale súper bien, y si no, sé que me podré casar sin problemas y tener una excelente luna de miel. La vida cambia, las prioridades también, he trabajado mucho estas semanas, me siento distinto.

Escribir me parece distante. Distinto al origen. Hoy le confesé a Sol que tal vez debiera cerrar el blog, que no tardaba en dar ese paso. Ella me pidió que no lo hiciera, porque así sabía de mis días. Finalmente a la mujer de la vida no se le niega nada. He pensado, también, que debería cerrar los comentarios. Las conversaciones al mínimo y que no se hable de lo que escribo. De alguna manera quiero aislar lo que se escribe aquí, con los comentarios de la gente. No sé por qué, pero también es una sensación que he cargado conmigo ya un buen rato. Probablemente es el siguiente paso a otra cosa. Cuando mantienes un blog personal tanto tiempo, creo que la pregunta indicada llega demasiado tarde: ¿Para qué? ¿Por qué en internet? ¿De verdad, interesa? ¿Qué tipo de conversaciones se generan? ¿Quiero que me lean mis amiguis, mis compayes, mis familiares? ¿O quiero releerme en el futuro? Uno se pregunta esas cosas de repente, aunque las respuestas carezcan de valor para otros y el único que sabe las respuestas, eres tú.

Finalmente, es más cómodo sentarse un ratito y ver la televisión. Uno que se enfrasca en esas rutinas.

Niego que ya no me guste seguir escribiendo. Todavía lo disfruto. Ya van varias veces que me han hecho la propuesta de escribir guiones. Continuo negando esa posibilidad. Los guiones que me provocan incomodidad, siento que no estoy diciendo lo suficiente, aún cuando imagino las escenas y las reacciones de los personajes. Siento que el desarrollo del guión esta enfrascado en lo mismo, y la belleza de escribir en prosa, es la imaginación hilvanándose en el telar. No he cenado, he puesto una arrachera en el fuego, estoy cansado por los dos días de filmación, y todavía tengo pendientes. Me ha encantado llevar mis propios proyectos en el casting. Odio conversar en las filmaciones, pero me gusta estar presente. Creo que he perdido más soberbia. El mundo continúa enseñándome cosas, y esta bien, mi problema es que ya no tengo tantas energías para la curiosidad y los años continúan marchando.