Un comercial de viñetas presenta muchas imágenes en treinta segundos. Creo que he hablado de eso varias veces. Situaciones diversas que sólo duran entre 1 y 2 segundos, y completan el comercial. Por azares del destino, el director de casting original dejó el proyecto al 30% y cuando me vieron caminando por ahí, sonriendo pendejamente, me lo pasaron. Lo único que sabía, es que teníamos un casting donde habían gustado muy pocas personas, de trescientos que presentamos. Ya había trabajado con el director (como editor). Cuando se presentó al callback con el asistente (con quien ya había trabajado también) y me reconoció, me sentí un poco más seguro con llevar el proyecto incompleto. Además que es un argentino buena onda, muy interesante, me gusta escuchar su conversación.
Hicimos el callback a cuarenta personas. Fue muy tranquilo. El director muy seguro de lo que necesitaba y quería para su comercial. Al finalizar el callback y comparando con el casting, me di cuenta que las acciones que hicimos en el casting estuvieron mal hechas. Las acciones las habíamos hecho con una intención cómica, cuando en sí, llevamos todo tipo de reacciones: melancolía, dramática, cómica, etcétera. Entendí porque no habían gustado las personas. Aún cuando teníamos buenas opciones para el comercial, las acciones que habían hecho no eran lo adecuado. Después del callback, me avisaron que la junta sería en dos días y que necesitaban más opciones para cubrir ciertos perfiles: un oficinista cool, un hombre maduro y agradable, chavos “bien” y probablemente papás entre 40 y 45 años.
Al día siguiente, arreglé que hicieran algunas llamadas y me trajeron suficientes hombres maduros, chavos y oficinistas. Alcancé a tomarle video alrededor de 20 personas. Las subí al FTP y coordinándome con el asistente de dirección, alcanzamos a cubrir los perfiles que faltaban. Me avisaron que la junta de preproducción sería al día siguiente, a las doce del día. Hice mis listas de presupuestos: quienes pedían más y quienes querían hacer solamente principal. Avisé al productor y rechequé esas listas. Me hicieron una anotación de hacerle un callback, con una actitud distinta, a uno de los hombres… lo cité a las nueve de la mañana y me fui a casa. Acabé tarde, me envicié con el internet, y no desperté a las nueve de la mañana.
El día de la primera junta, en chinga imprimí las listas de presupuestos. Llevé en un CD, bajo la manga, los quicktimes de las nuevas opciones y la nueva actuación de Sergio, quien la había hecho el director de casting, del proyecto anterior. Revisé la actuación de reojo y me dí de topes contra la pared. No era la intención. De nuevo se la habían hecho cómica. Salí como bólido para mi junta. Cuando llegué, estaban preparando las agendas. Las agendas contienen las opciones para locaciones, las opciones de casting, de vestuario, de arte, así como el story board, entre otras cosas. Héctor, el asistente, me llamó para que subiera con el director y le enseñara la actuación de Sergio. Sabía que me tocaría cagotiza y no me equivocaba. Cuando Mario miró la actuación, me dijo–. Ché, esto no es lo que pido, esta bien para otra cosa, pero no para esto… no, no, esta demasiado exagerado, necesito que lo cites de nuevo y se lo hagas, quiero estar seguro de que puede dar la intención que necesito.
El productor–. ¿Quieres que lo citemos acá para hacerle el callback?
–Si es posible, sí.
En chinga, sacando el celular y llamando a Sergio. No me había dado cuenta, pero era el día de las madres–. Estoy con la mamá de mi hija y saldré más tarde, puedo a las tres, o a la hora de la comida.
–Déjame avisar por acá, porque es casi seguro que te quedas tú, el director esta encantado contigo.
–Sale, pues déjame ver… pero sí no puedo zafarme ahorita.
–No te apures, yo te hablo y te digo qué onda.
Avisé que no podía presentarse, pero que lo citaba para hacerle el callback en la oficina y presentarlo mañana con su nueva actuación. Mañana es demasiado tarde, me dijo el productor. Los dos productores de esta casa productora siempre me han intimidado, de alguna manera. Hay uno que es particularmente silencioso y cuando habla, pide respuestas directas y breves. Alejarme del medio me hizo daño, sentía esa pequeña inseguridad de estar cerca de él. Contesté “muy bien, señor”, empezaba a sentir la pequeña neurosis acumulándose, antes de bajar le pregunté al director si necesitaba otra cosa, su negativa me tranquilizó y me bajé a fumar. Aún cuando tenía al otro cabrón en la cabeza, no podía hacer otra cosa. Esperé fumando, un tanto nerviosito, a que llegaran de la agencia de publicidad.
Llegaron. Nos invitaron a subir y tomar asiento. Hice lo mío, abrir mi pequeña agenda electrónica y prestar atención. Primero la presentación, que corrió tranquilamente. Después cada una de las viñetas, sus aspectos técnicos, la intención de cada una y finalmente, por ahí de la 1.30 ó 2, hablaron de casting. En algún momento, alguno de ellos dijo–. Estaría súper chido si tuviéramos personajes en esta viñeta, dos hombres que se retaran con la mirada. Esa fue mi clave, Héctor me volteó a ver y me llamó. Platicamos un momento en silencio–. Ya escuchaste, necesitamos dos weyes y un buen de opciones para esto.
–Simón, me largo a la oficina y lo que llegue –me largué de ahí, sin escuchar el resto de la junta. Si necesitábamos nuevos personajes, podíamos estar en problemas: la junta final, al día siguiente y ya eran las dos de la tarde. Empezar a buscar y citar gente, arreglar los quicktimes, subirlos al FTP… si estaba neuras por lo de Sergio, esto me puso a full.
Llegué a la oficina, afortunadamente teníamos un casting de cabrones en curso. Subí con la cámara, todo el día me la pasé eligiendo a uno, y otro. Cité a Sergio para hacerle la actuación con la intención que se necesitaba. Todo parecía fluir, hasta que a las cinco de la tarde, me hablaron para decirme–. Tampoco tenemos papás, no le gustó ninguno a la agencia. Se me engarrotaron los huesos, los testículos se me subieron a la garganta, y se me frunció el cicirisco. Bajé a revisar fotos de papás, escogí a algunos, le pedí a la secre que hiciera algunas llamadas y consiguiera los más posibles. Subí de nuevo, ahora buscaba tres tipos de personas… y pues, de alguna manera, tomé video a otras veinticinco personas más para completar lo más posible. De nuevo, el rollo de la conversión, llamadas telefónicas, organizar todo el desmadre, sentí que completamos muy a huevo… acabé a las 11.
Junta a las 2 de la tarde. Llevaba en un CD lo nuevo, más la tercera actuación de Sergio. Supuse que ya no había problemas. Esperé fumando en lo que hacían las nuevas agencias, me golpeó un pequeño dejá vù y lo dejé fluir alegremente. Dieron las dos en algún momento, nos invitaron a subir, de pura casualidad me encontré a un cabrón con el que había estudiado en el CUM y no recordé su nombre (ni le saludé, creo que nunca nos importamos el uno al otro). Tomé asiento, una coca cola y todo empezó, en algún momento. Antes de iniciar una junta, piden que te presentes y digas de parte de quien vienes. Agustín Fest, Casting. Mucho gusto. Empezamos el pedo: director hizo su presentación, agencia hizo su presentación y al final, el cliente se tomó unos minutos para decirnos–. No queremos entrometernos en la idea que tienen ustedes preparada, confío plenamente en la especialidad de cada uno de ustedes y prometemos mantener nuestra opinión en reserva a lo que ustedes piensen lo que es mejor. El director respondió: A pesar de todo, lo que más nos importa el sentido común, y si ustedes tienen algo que agregar o una opinión, por favor… como nosotros estamos metidos en el aspecto técnico, es posible que algo se nos escape. Además si tienen una duda, con mucho gusto les explicamos.
Los huevos bajaron a su lugar. Cuando el cliente dijo eso, supe, de alguna manera, que la junta la tendríamos más fácil.
Y fluyó como un río. Viñeta, arte, casting, si nos quedamos con los que tú digas, ese me gusta, etcétera. Todo fluyó. Ya los teníamos a todos… V de Victoria. Me ocupé en anotar quienes iban de principales, secundarios y backups. Mandé mensajes por celular para avisar quienes se quedaban para que los confirmaran para filmar el lunes. Mis huevos no sólo estaban en su lugar, sino que crecían conforme pasaban los minutos. Invité a una amiga para tomarnos un café después de la junta, le mandé un mensaje a mi prometida para avisarle que todo había salido OK, hablé a la oficina para decir que iría para allá lo más pronto posible. Cerraba mi folder y avisaba que me largaba, para confirmarlos a todos.
Lo siguiente es la parte administrativa… odiosa y de hueva. Pero eso lo platicaré el lunes, o martes.