“Hacer algo, hacer el bien, hacer pis, hacer tiempo, la acción en todas sus barajas”. Había olvidado la numeración tan insistente de un joven Cortázar en Rayuela. La numeración es un pequeño recurso literario donde precisamente numeras lo que quieres que visualice el lector y a su vez, le das un ritmo en el que piensa en estas cosas y las encadena. Esto se vuelve un discurso poderoso en la voz correcta. Los políticos utilizan mucho la numeración. Por ejemplo: son producto de la buena administración, de la dedicación, del talento, del trabajo en equipo y de la enorme responsabilidad social de cada una y de cada uno de ustedes.. O si quieren el ejemplo del subcomandante Marcos: Abajo está el que somos color de la tierra, el indígena, el obrero, el campesino, el empleado, el maestro, el estudiante, el ama de casa …. Bueno, no sólo los políticos, también el comercial de Coca Cola que nos apendejó a más de uno: “para los altos, para los bajos, para los gordos, para los flacos, para los que ríen”. Si notan, también suele contrastarse la numeración. Después de mencionar al profesor se menciona al estudiante, después de mencionar al militar se habla del científico. El contraste junto con la numeración, provoca una sensación de unión, de conexión entre todas las cosas, una cadena invisible que une a los opuestos. Esto se convierte en un breve efecto aspiracional donde todos podemos estar unidos y en la cabeza, pasan imágenes o situaciones contextuales dónde se unen los elementos.

Pero la numeración no sólo funciona con el contraste. En el caso de Cortázar, escribe una numeración que parece sin propósito hasta que el muy tramposo nos suelta: “la acción en todas sus barajas”. Hacer pis (algo concreto) con hacer el bien (algo subjetivo). El lector busca las probables uniones que puede haber entre las dos acciones, pero claro, todo depende de la imaginación y de las experiencies del lector. Es decir: hacer pis es hacer el bien porque me siento relajado después de aguantarme unas quince horas en el trabajo porque el baño de la oficina me da asco. Por decir algo. También, es muy parecida a las numeraciones que existen en la película de “El Libro de la Almohada”. Por ejemplo, lista de cosas amables: “Cálida lluvia, de las montañas nebulosas. Caminar lentamente vestido en carmesí, pensando en Kyoto. Ser besado por un amante en el jardín de Matsuo Tiasha. Agua callada y agua ruidosa. Amor en la tarde, en imitación a la historia. Amor antes y amor después”.

Existe otra clase de numeración que más bien es llamada progresión. La progresión puede ser una lista de eventos que nos llevan a un fín. Mientras que la numeración se contiene así misma y las conexiones existen a medida que vemos cada una de las imágenes, una lista progresiva crea una especie de historia desde el inicio hasta el fin. Como cuando el abuelo de Palinuro le responde a Palinuro–. “Te quiero de aquí al cielo, de ida y de regreso, yéndose por el camino más largo de todos y regresando por uno más largo. Y eso después de dar varios rodeos, de perderse a propósito, de tomar un café con leche en Plutón, de recorrer los anillos de Saturno en patín del diablo, de dormir veinte años, como Rip Van Winkle, en uno de esos planetas donde las noches duran veintiún años, porque a mí me gusta levantarme temprano, cuando menos un año antes de que amanezca” (Transcripción de memoria. Esto es de Palinuro de México, de Fernando del Paso. :P). Como ven, los elementos se van juntando uno a uno, se extienden y se pasan el baton para decirnos cuanto el abuelo de Palinuro ama a Palinuro. Mejor aún, hace una lista utilizando extensión del espacio y tiempo. Los combina y los desarrolla. Varios escritores prefieren utilizar la progresión, no sólo porque cuenta una historia en una pequeña frase sino porque requiere un poco de más elegancia y perspicacia. Es un reto.

¿A alguno de ustedes le gustaría escribir una numeración o una progresión? Debe ser pequeña, no más de tres o cuatro líneas e incluir la sugerencia que lo une todo al final, para hacerlo más elegante. Ahí se los dejo de tarea.