Un lugar común y ya explotado, sería escribir: “Ojalá la vida fuera como Word, dónde abro un nuevo documento y todo esta en blanco. Y no importa si ya está escrito, solamente Control N y ya estoy en limpio, como una hoja en blanco insisto”. Pienso que es mejor cargar con el pasado, los errores, los aciertos, la redención de los pecados se encuentra en el presente. Ojalá que pudiera empezar de cero es cometer otro error: la inacción, que se extiende tanto como el presente y sigue contaminando el futuro. Lo que es de verdad hermoso, es no tener la certeza de lo que sucederá mañana. Aún siendo asfixiados por la rutina, el mismo trabajo, la misma vida, los mismos gestos y las mismas caras… accidentes pasan, accidentes que modifican nuestro entorno y pueden cambiar nuestra vida de manera drástica.
Si no gusta, pues ni modo pichulita… pero ahí ta, pasó algo y cambió tu vida. ¿No es reconfortante?
Hoy me tocó tomarle video a unos niños para un comercial de banco. Me quejaba con la señora de Fest por teléfono, arguyendo que los niños eran estúpidos o que habían respirado mucho plomo el día de hoy. Ella contra-replicó (tómala con la construcción) que los niños no eran los estúpidos, sino que yo no me sabía explicar. Como aquella vez que estaba lloviendo y quería subir la maleta de su hermana en la cajuela, ya que la íbamos a dejar a la terminal. Ábreme la cajuela amor, con mi chalequito y mis brazos empapados. Ella simplemente se dirigió a su puerta, paraguas en mano y me contra-replicó, porque a ella le encanta contra-replicarme, “¿Para qué la metes a la cajuela?” … asentí lentamente, abrí la puerta de atrás, dejé la maleta de la cuñada junto a la cuñada y respondí suavemente: “Tienes razón, perdóname y soy un estúpido”. Tal vez no estaba de humor para aguantar chamacos. Los primeros diez repetí la acción dos o tres veces. A los demás les tuve menos paciencia.
Mi nula paciencia y la brillantez que requería que una niña esperara a que su perro orinara en la acción. Ambos factores dificultaron el casting. Mañana buscaré una nueva forma de explicar la acción, aprovechando que hoy vinieron pocos niños y no daban el tipo.
En la tarde, casi a las seis, entró una viejita. También hice casting de esas edades. Me cuesta trabajo separarlas de mi abuela. Sé que no son la misma persona, pero el interactuar con un viejo me provoca recuerdos. De haber tenido otros tres abuelos, tal vez los vería diferentes. Una señora en particular, la cual se miraba bastante cansada. Cinco años atrás no se miraba así. Podía escuchar como le costaba trabajo respirar y tuve miedo que muriera en el foro. Mientras le preguntaba su nombre y los datos, pensaba en el número de viejos que sabía, habían muerto a mitad de un casting: cero. Ella iba a ser la primera. Se iba a morir durante el casting. ¿Hola tú nombre? Sí, mi nombre es… al suelo, a la mitad del video, me llevo la mano a la boca, “ahh… mierda…” susurraría, qué recepción hable a una ambulancia, qué alguien me ayude a contener a los chismosos, que otro más se haga cargo compermisito que me voy a al sillón. Me angustiaba de pensarlo. La señora sonreía bastante, pero estaba cansada…
Como los árboles en Otoño, pensé, necesitaba descansar.
Se acabaron los cigarrillos. Esta página ya la llené demasiado. Todavía queda trabajo por terminar. El trabajo fortalece el espíritu. Desvela. Resta vida. ¿Pero qué vida hay sin trabajo? ¿La contemplación? ¿La muerte? ¿Simplemente mirar el monitor? ¿Qué sería de nosotros, si no tuviéramos algo qué hacer…?