Sé algunas cosas del otro. Sé que no se fuma mis cigarros porque mis cajetillas siempre están como las dejé durante el “ciclo del sueño”. No me había preocupado por eso, hasta hoy, que me fumé unos dos o tres cigarrillos nomás y maravillado observé mis cajetillas por el acontecimiento. No los ochenta cigarros que acostumbro (Nah, tanto no podría). Hay otras posibilidades, como que el otro se compre sus propias cajetillas o se fume una completa durante el ciclo del sueño, pero lo dudo mucho.
O se meta otras cosas.
Estoy en Puebla desde el fin de semana, y no ha pasado nada durante el sueño. Le pedí a Sol que me vigilara, jugandito. Ella igual no se la tomó muy en serio, también cree que estoy escribiendo otra de esas pequeñas ficciones en mi blog que no van a ningún lugar. Bendito sea el ser humano y su asunción innata. No traje la falda, ni la blusa, pero aún las conservo en algún cajón. Sólo espero que mi hermano no esté husmeando. Tal vez fue un error venir a Puebla. Tal vez mañana, cuando despierte, me encuentre en el Distrito Federal. Si el otro se toma muy en serio robarme mi cuerpo, creo que no le agradará que lo cambie tanto de espacio.
Me ha costado trabajo lidiar con la angustia de Sol. No estoy acostumbrado a que se ponga en ese estado. Lo que pasa en Tabasco es cosa seria y cuando la vi, todavía estaba asustada y preocupada. Luego se recluye, se queda en sus pensamientos y no pasa nada. Entrar es imposible. Todos tenemos nuestros ritos, supongo… pero si algo es invariable, en la naturaleza del hombre y su relación, es que cuando la mujer se queda callada, en su mundito, con sus cosas, piensas que algo hiciste mal. Corro, vuelo, me acelero. Nada pasa, todo esta en su lugar, pero sabes que algo hiciste mal y nadie te quiere decir qué. Nunca me sentí tan inútil y tan poco apreciado como este fin de semana. Llegué a pensar que debí quedarme con mi madre, (pero la madre… ahhh, la madre, ese conjunto corpóreo de desayunos, cafecito y reproches) pero… finalmente, algo bueno hice al venir aquí. Nada es desperdicio. He dormido como nunca.