El lunes, mi filmación fue en un rancho del Ajusco. Me quemé la cara con el sol. Está tan roja, que no han parado las bromas refiriéndose a si deseo defecar o si estoy avergonzado por mi existencia. Estaba lejos el lugar. Bueno… de hecho, cuando alguien en esta oficina escucha “filmación en el Ajusco”, suele quebrar los labios y suspirar. ¿Podría ser peor? Sí. Llamado en el Ajusco a las 6 AM. Taxi a huevo.

Tres proyectos en estas dos semanas. Estoy cansado.

La primera parte del comercial no fue en el ranchito. Fue en una plaza al sur de la ciudad. A las 7 de la mañana, ya estaba su servidor ahí, caminando una larga cuadra para llegar a la plaza. Pasé frente a T.V. Azteca. Hacía mucho que no llegaban mis paseos perifericanos hasta allá. Entré a la plaza y caminé otro rato más, hasta que encontré al crew montando todo.

Después de llegar, saludar, checar a mi talento y que me dijeran: “Espera, por favor, necesitamos que firmes los contratos”… siguió lo que debía seguir. ¿Qué? Sí. Un tedio insoportable. ¿Qué hace casting en una filmación? Nada. Al menos en mi caso, nada. Me senté en una banca, y lo que me duró la pila le robé internet a un Starbucks cercano. Nada. El tiempo, a partir de las siete cuarenta de la mañana, se fue en un desesperado intento por escuchar el ipod, por platicar con el talento, por disfrutar el frío matinal, por asombrarse como montaban un coche de policía de Utah… y ¿después? Nada.

Enfrentando mi tedio, me di cuenta que pronto estaríamos en un rancho en el Ajusco, y que sería mejor que me sintiera uno con la naturaleza, para al menos platicar y jugar con las plantitas a los encantados. Después de todo, dirá algún listillo, eres un árbol ¿no? jo-jó jo-jó.

La espera empeoró, porque vi a la gente fumando.

Entonces recordé uno de los principales pilares de mi vicio: Transformar el tiempo de espera en arillos de cigarro. En Algarabía de la celebración cincuentera, por cierto, vienen cincuenta frases de fumadores empedernidos. Hermosas frases. Recordaron porque amaba mi vicio, y también, se me antojó retomarlo de nuevo. La filmación, el tedio, el crew fumando, pensé que debía comprar una cajetilla y empezar de nuevo. De una vez. Sería diferente, ya lo controlaría, sabría cuando sí y cuando no, la cajetilla podría durarme años esta vez.

¿Y si pido un cigarro, una fumada nomás?

La espera, la espera… había olvidado esas esperas desesperantes. Pero… nomás por necedad, me aguanté las ganas. Sí. Mera necedad.