Para trabajar en casting, necesitas un alto índice de tolerancia a la frustración. Es decir: tienes que soportar, una y otra, y otra, y la siguiente, y no perder el control. Soportar el estrés. Lidiar con él. Trabajarlo en el cuerpo, y en el espíritu. El estrés es como una capa de barro como las que tienen las señoras viejas que desean no envejecer. Tienen el barro encima, pero su rostro se mantiene impávido. Nada les afecta, no señor, hasta que su entrenador personal les dice-. A ver abra la boca, que ahí le va el pepino.
No pude evitar lo del pepino.
Hablemos de mi trabajo, porque es lo más divertido del mundo. Todo trabajo que te frustre debe ser divertido. Todo trabajo que te quite el minucioso control que deseas poseer sobre todas las cosas, vale la pena. Ayer, después de la junta, se me acercó un señor al que llamaremos EL CLIENTE, y me dijo que necesitaba los contratos mañana mismo. Medio me explicó. Medio asentí. Medio platicamos el productor y yo. Nada del otro mundo.
Existe un procedimiento, como el método científico, donde los pasos están bien establecidos en 1, 2, 3… etcétera.
Después de la junta, llamas a la gente para avisarle que se quedó y también las citas para firmar contrato. Luego de eso, durante la cita, les pides sus documentos para sacarles copias y les entregas el papelito para que lo firmen. Anexas las copias y el contrato, grapa, crick, chack. Si alguno falta, lo hará el día de la filmación. Ya cuando están todos los contratos, los entregas a producción y terminó. Nada más fácil (la verdad no…, pero supongamos que sí). closet
Pero qué pasa cuando EL CLIENTE, dice a producción cosas como-. Si no están los contratos, pues COMO QUE DETENEMOS LA FILMACIÓN, ¿no? -y producción, me llama por teléfono a las ocho de la mañana del día siguiente para preguntarme si tendré de casualidad todos los papeles.
Con voz carrasposa y el sueño de mil años, respondí que no.
E imaginé LA RESPUESTA-. Señor, yo no guardo a los modelos en mi con sus respectivos documentos. Señor, yo no les echo agua y de repente se multiplican diez opciones de latinos internacionales con veintidós años de edad y cualidades histriónicas envidiables. Señor, por favor, le juro que uno de esos nos cobra veintidós mil pesos por diez versiones del comercial y competencia sólo cortaúñas, por pisapapeles nos cobra otro diez mil.
Y luego desperté dolido, imaginando que el modelo XR3424 se llamaría Ulises Rovira y tendría 34 años, sería de Venezuela con FM3 para trabajar en México, súper bien de cuerpo y papá de todos los comerciales del mundo.
Me habían roto varias horas de sueño.
Desperté como pude, llegué a la oficina varias llamadas después e investigué la información. Los accidentes son proporcionales al número de personas que llevas para el comercial.
Hay un capítulo de los Simpsons, tal vez el único bueno, donde el señor Burns contrata a nueve beisbolistas profesionales para jugar la final. -Tal vez uno o dos accidentes son una posibilidad Smithers, siete serían una señal divina, ¿pero nueve accidentes de una noche al día siguiente? Sería increíble -dice el magnate siniestro a su asistente. ¿Recuerdan que pasa después? Nueve accidentes -el dios travieso manejando los hilos atados a las manos amarillas-, suceden a los jugadores.
Yo llevo cinco personas al comercial, y de las cinco querían la documentación completa. Frustración. Alzar el teléfono y que no te respondan, o qué te digan que no pueden, o decirte que se les dificulta. Las cinco, casualmente, están siendo manejadas por un dios travieso que les impide enviar los documentos.
He descubierto a través de este trabajo, que por inercia, una persona te dirá que no puede si lo percibe complicado. El otro camino es: te dirá que puede hacerlo, pero que le des unos minutos, en lo que descubre una forma de complicarlo para que dejes de pedirlo. Guía para la vida. ¿Qué resta? Llamar, seguir llamando, llamar de nuevo, colgar y llamar, llamar otra vez, preguntar donde, cuándo, cómo, qué tanto más, preguntar y preguntar. Perseguir.
Algunos se resuelven más rápido que otros. Otros, simplemente no se resolverán hasta que te largues a dormir. Unos más, la verdad, se resuelven tan fácil que no lo esperabas porque ya estás con las manos alzadas esperando dar los buenos putazos.
Así es la vida, monín, así es la vida en general.